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viernes, 4 de junio de 2010

Épica batalla de Fangio





Crónica de un legendario Grand Prix de la Argentina, tal como apareció en la revista El Grafico Nro 1798 de enero de 1954.


Hace apenas unos momentos que termino la carrera por el Gran Premio de la Republica Argentina y estamos ya tecleando febrilmente en la maquina porque la nota es larga y el tiempo apremia. No sabemos, al momento, que resolución definitiva se habrá tomado acerca de la protesta del equipo Ferrari reclamando la descalcificación de Juan Manuel Fangio porque al detenerse en su puesto de reabastecimiento para el cambio de neumáticos y recibir la careta de celuloide, tan necesaria para correr bajo la lluvia, lo habrían ayudado mas colaboradores que los estipulados por el reglamento internacional.

Tenemos en los oídos una cantidad de explicaciones; por un lado, la reclamación; por el otro, la explicación en el sentido de que el propio ingeniero Lugo tuvo que sacar a tirones a un mecánico que, por el nerviosismo de la situación, fue a colaborar excediendo el numero que también habría aumentado quien le alcanzó al balcarceño la careta.


La resolución definitiva se habrá de tomar cuando nuestra revista se halle en maquina, pero ello no impide que hagamos un breve comentario al respecto. El reglamento dice en su articulo segundo que "se ajusta a lo dispuesto por el Codigo Deportivo Internacional de la Federation Internacionale de L'Automobile y sus anexos al Reglamento Deportivo Automovilista de la Republica Argentina". Esa es la dura letra reglamentaria. Si por ella debe descalificarse al vencedor de la prueba, seria mas que doloroso, porque la hazaña de Juan Manuel Fangio fue maravillosa y la transgresión que pudiera haber ocurrido no influyó para nada en su magnifica victoria. Se trataría de un accidente imprevisto, sin mala voluntad, sin ninguna intención, sin la mas remota premeditación porque Juan Manuel no paso a la punta porque hayan reducido su tren de marcha exprofeso quienes le precedían en el momento que inicio la atropellada inolvidable, como lo demuestran los números que son incontrovertibles.

Fangio se detuvo una vez finalizada la vuelta 61. Tomemos tiempos de Farina, ya que Gonzalez perdió gradualmente terreno por no proveerse de neumáticos ancorizados, indispensables en estos casos. A la 55 vuelta Farina registraba un tiempo de 1h47m06s7/10; a la 60 1h59m57s6/10. Para esos cinco circuitos empleo 12m50s9/10. A la 65, en plena batalla de Fangio por la vanguardia , Farina tenia un tiempo de 2h12m48s6/10; a la 70 cuando todavía mantenía la punta, 2h24m40s2/10. Su tiempo para los cinco circuitos fue de 11m51s6/10. Es decir que, apremiado por Fangio, empleó 59s3/10 menos que en los cinco anteriores circuitos. Por lo que nos fue posible indagar, las señales para que Fangio amainara su tren fueron puestas cuando ya Juan Manuel Fangio había pasado a la vanguardia



La lucha pues, fue a fondo, y cada uno dio de si lo que tenia y podía. Que hayan sido tres o cinco los ayudantes del balcarceño cuando se detuvo para el cambio de neumáticos es cosa aparte; será penado o no por el reglamento, será proclamado o no ganador, pero lo evidente es que en la pista ha vencido Fangio en carrera emocionante en una atropellada vigorosa, avasalladora, tremenda y que nos ha brindado un espectáculo que jamás podremos olvidar.



Queda aquí nuestra palabra. Entendemos que los reglamentos se hacen para ser cumplidos, pero no hubo mala fe, ni premeditación, ni propósitos contrarios a la dura letra escrita. Por ello trataremos la carrera colocándonos al margen de la resolución final acerca del enojoso asunto.
Los tiempos del sábado, en las pruebas de clasificación, nos dijeron ya algo: José Farina, Ferrari 1m44s8/10; José F. González, Ferrari 1m44s9/10; Juan Manuel Fangio, Maserati 1m45s6/10; Mike Hawthorn, Ferrari 1m47s.


Esos cuatro hombres largaron en la primera fila. Hay tres Ferrari y una Maserati. Para conseguir ese puesto Fangio “se tiró” a fondo. Tres veces su tiempo estuvo oscilando, por una décima, en el que consiguió. Es decir, que chocó contra el limite de sus posibilidades mecánicas. Su máquina, de seis cilindros, no tenia la misma “potencia en baja” de las Ferrari ; y en un circuito de escaso promedio la característica de las cuatro cilindros se ajustaban mas a la pista de nuestro Autódromo Municipal 17 de Octubre. Eso era visible. Por otra parte, la Maserati trajo esa máquina para Fangio y otra para Marimón, nuevas totalmente. Venían a una experimentación y dotadas del puente de Dion, creación esta de la marca de Dion Bouton en 1902 y que hace apenas tres o cuatro años comienza a ser utilizada en las especiales de carrera.



Pero la destinada a Pinocho experimento fallas: mucha temperatura. Probadas en Monza con tiempo frío, aquí encontraron sumo calor, y por ello hasta fue necesario practicar cortes en la carrocería a fin de enviar aire al radiador de aceite. Como la de Marimón no respondía plenamente, se le asignó a éste la de Luis Musso, el actual campeón sport italiano y una de las promesas del automovilismo de su país. La máquina de Musso no tenía el puente de Dion, pero su motor ofrecía mas garantías. Iba a correr Musso con la anterior de Marimón, alternándose con Menditeguy, pero en las pruebas de clasificación sufrió desperfectos que no pudieron ser subsanados, y corno otra otra Maserati paso a poder de Bira quedó Musso sin serle posible competir.

El tiempo de Marimón en las pruebas preliminares fue de 1m04s4/10; Trintignant, Ferrari, igual tiempo; Luis Musso, 1m48s2/10 ; Roberto Mieres con la Maserati que Marimón corriera en Monza, pero equipada ahora con motor de dos litros y medio, 1m49s; Menditeguy, 1m49s2/10; Bira, 1m49s3/10; Harry Schell, Maserati, 1m50s (nos informaron que esa máquina vino con motor dos litros y que es la misma que llevó a la victoria Juan Manuel Fangio en el Gran Premio de Italia, única victoria de la Maserati sobre las Ferrari en las pruebas de Fórmula Nº 2) ; Humberto Maglioli, Ferrari, 1m50s2/10; Jean Behra, Gordini, 1m50s7/10 ; de Graffenried, Maserati, 1m53s; Roger Loyer, Gordíni, 1m51s2/10; Luis Rosier, Ferrari, 1m51s6/10; Elie Bayol, Gordini, 1m52s6/10, y Jorge Daponte, con una Maserati por él adquirida recientemente, y que no conocía, 1m56s.



Como se desprende de los tiempos consignados, las Gordini serían nuevamente las cenicientas en la carrera. Es que su ingeniero creador tiene más lirismo que medios económicos para luchar contra las dos poderosas organizaciones rivales. Como por vez primera se corría en sentido inverso a las agujas del reloj, no corresponden las comparaciones con los tiempos anteriores. Además, el año pasado la limitación reglamentaria llegaba a los dos litros para los motores de alimentación normal y la nueva fórmula es hasta 2.500, siendo el otro extremo el de 750 centímetros cúbicos con compresor, los que no se han fabricado hasta el presente. No obstante, diremos que en 1953 Alberto Ascari marcó en carrera 1m48s4/10, puesto que llovió en las pruebas preliminares. Si ahora se llegó al 1m44s8/10, la diferencia hay que atribuirla a la mayor cilindrada. Puede admitirse que en un sentido o en otro no varia la velocidad. En cuanto a las opiniones, difieren. Lo que justifica el cambio es que los boxes están ubicados después de la raya de llegada, como corresponde. De lo contrario, habría que correr la torre de control de lugar.



Era de admitir que las muy probadas Ferrari, con sus motores que tienen ya una larga experimentación, tenían ventajas sobre las Maserati, que llegaban a una experimentación y en un escenario que, como dijimos, no era el ideal para su mayor potencia en ella. Y si bien a la largada, en la que parece que a Froilan se le saltó el cambio, quedó de los últimos, fue visible que sobre el terreno seco las Ferrari demostraban la superioridad insinuada el día anterior. Con Farina en la vanguardia, perseguido por Fangio. se inició la carrera, pero ya a la segunda vuelta el arrecifeño pasó al quinto lugar. En la siguiente anotamos las posiciones : Farina, Fangio, Hawthorn, González, Marimón, Mieres, de Graffenried, Bira, Schell, Trintignant, Maglioli, Behra, Bayol, Loyer y Daponte, habiéndose quedado Rosier en la vuelta inicial al salirse de camino y dar contra el alambrado, sin otras consecuencias que su deserción. En la 5ta pasa González al tercer lugar y amenazando a Fangio, a quien supera dos circuitos después, en tanto que Mieres desaloja a Marimón del quinto puesto y va produciendo una excelente carrera.

Por su parte, Pinocho viene experimentando dificultades en su máquina, las que lo obligarán a detenciones y, finalmente, a su abandono. Lamentablemente el piloto argentino, de tan brillante actuación en Monza, en donde anduvo media carrera alternándose con valores de la talla de Fangio, Ascari y Farina, al punto de andar a veces las máquinas en tándem, no pudo demostrar en su casa todos sus progresos.

Los relojes. y los mismos ojos, nos iban diciendo que la Maserati de Fangio no podía igualar la línea de marcha de las Ferrari, y testimonio de ello lo constituyó el hecho de que en la 11ma se le adelantara Hawthorn. No se trataba, entonces. de luchas de hombres sino de máquinas, puesto que tres Ferrari se habían colocado en la vanguardia pese a los esfuerzos titánicos del balcarceño.



Tal es un aspecto de la carrera, la que es preciso dividir como la misma tarde: en lo seco y en lo mojado. Cuando ya sobre el limite de la primera hora, que señalaba un tercio de competencia, comenzaron a caer las primeras gotas, se detuvo el entonces puntero González a solicitar su careta de celuloide. perdiendo así la vanguardia. Se pensó en que habría sido apresurada su determinación, pero luego, al arreciar la lluvia, se aceptó que la había “olfateado". Lamentablemente no colocó los neumáticos ancorizados y eso lo llevó a unos derrapages y después a ir perdiendo gradualmente terreno en la dramática lucha bajo el agua. En tanto se había detenido ya una vez Pinocho; en la 33 paró por primera vez Roberto Mieres, y en la 37 para Farina y le colocan los neumáticos traseros ancorizados.
Entonces quedó Hawthorn en la vanguardia, seguido por Fangio, González, Farina y de Graffenried. Volante que anda bien sobre lo mojado. Hawthorn se encontró en su elemento, pero se excedió. y en la 39 también hizo un trompo, al que le seguiría otro más, y necesitaría ayuda de terceros para poner su motor en marcha, por lo que fue descalificado Juan Manuel Fangio se encontró así por vez primera en la vanguardia, pero la lluvia cesó momentáneamente, el piso se fue secando y González apuró para volver a la punta en la 43. Pero pronto volvió a llover y Farina, con sus neumáticos, se fue afirmando en la persecución para ir gradualmente llegando a la cabeza del dispersado lote.

En una hora se habían cubierto 33 circuitos; en la siguiente serian seis menos. Por momentos, y tomando como base el record de la vuelta que en la 23 estableciera González con 1m48s2/10, los tiempos se excedían en medio minuto más. Los derrapages se sucedían, las detenciones también, y en aquel ambiente nervioso se fue llegando al momento en que Fangio se detuvo para el cambio de rodados y recibir su careta de celuloide.
El promedio, que había estado en 125,272 Km/h a la quinta vuelta, influyendo en ello la partida, y llegado a los 127,928 Km/h sobre lo seco a la 30, había ido bajando a 117,682 Km/h a la 60. A esa altura González se mantenía en la vanguardia, pero dos derrapages pronunciados lo retrasaron y Farina se ubicó en ese puesto para convertirse en el punto de mira de la atropellada de Juan Manuel. Detenido éste en la 62, comienza desde el tercer lugar su carrera, su inolvidable reacción, su electrizante atropellada. Casi no queremos darle crédito al reloj, no podemos aceptar lo que nos dice ni lo que ven nuestros ojos. ¿Cómo descuenta de a 25 segundos en algunas vueltas? ¿Bajan la marcha los de adelante?.Ya lo dijimos al comienzo al consignar que, dentro de las circunstancias, Farina también apura, puesto que en cinco vueltas habrá de bajar casi un minuto el parcial de los cinco circuitos anteriores.
Así nos lo dirán los relojes cuando al enterarnos de la protesta nos remitamos a ellas. Es que Fangio corre mucho bajo el agua; ya lo demostró otras veces, y en una carrera inolvidable en Berna, lejos de casa. Es que Juan Manuel corre, sí que corre. Parece que no lloviera para él, o que lloviera menos. ¿Por qué no se detuvo antes para el cambio? Juzgó que no seguía lloviendo. y por ello. faltando escasamente una hora de carrera, se ha jugado la última carta.
Y la pone sobre el tapete gris de la pista en la tarde gris, para encender una luz de esperanza en millones de compatriotas, para rasgar el cielo encapotado y hacer que brille el sol de lo que al comienzo nos parece una ilusión y se nos va convirtiendo en realidad.
Los cálculos que hacemos con la confrontación del cronógrafo obligan a la duda. Miramos las agujas, volvemos los ojos a la pista y no aceptamos lo que está aconteciendo. Pero allí está ocurriendo una realidad, allí, en la pista, Fangio nos dice que pasará a la vanguardia en breve plazo y que la victoria será suya. Si han sido tres o cinco los ayudantes, eso es cosa aparte, es la reglamentación. No tiene la culpa Fangio si hubo trasgresión; no dejará de haber sido vencedor aunque la resolución. que al momento desconocemos, le quitara el triunfo en los papeles. La pista no es de papel, es de asfalto. Es dura, y en una carrera electrizante, sobre ese suelo duro escribirá con el buril de su capacidad y su audacia una página gloriosa para él y para el deporte argentino.
51s anotamos en la 65; a 38s en la siguiente; a 30s en la 67; a 23s en la 68; cuando supera a González y va resueltamente. avasallando, en procura del puntero. El autódromo se estremece. Publico que se había alejado para guarecerse de la lluvia vuelve a ocupar sus puestos en las tribunas. Están presenciando lo imposible, están frente a una leyenda que les han contado, a una cosa de magia. Estoy tan nervioso que es posible que no sean muy exactas las diferencias que tomo, que los dedos no respondan velozmente al oprimir las manecillas que dirigen las agujas del cronógrafo. Ahora son 23 segundos, y después 14 y luego 9, y en la vuelta siguiente viene el balcarceño a una máquina. Es como para desmayarse. Y cuando pasa al frente el estremecimiento del autódromo lo señala. Es un clamoreo. son pañuelos al aire aunque no flameen por estar mojados, es como un grito de “¡gol!" que conmueve todo.
Fangio ha pasado a la vanguardia y se va. Ya está cumplido. Aunque se detenga. Hasta puede irse a la casa a tomarse un baño caliente y descansar, abandonando la carrera. Ha cumplido una proeza fabulosa. histórica, épica. Nos proporcionamos un descanso y no anotamos más. El reloj queda dando vueltas con sus agujas locas. Que haga lo que quiera. Si quiere pararse, que se detenga también. Ya hemos asistido a una batalla que será inolvidable, que la hemos de recordar mientras vivamos. Ahora mismo, al revivirla escribiendo. mirando los apuntes nerviosos que hemos trazado, nos erizamos. Y hasta no creemos, o nos cuesta aceptar lo visto y sentido. Llevamos muchos años de andar por circuitos y rutas, hemos vivido muchos momentos intensos, hondos, de todo tipo, pero éste... no hemos de comparar. Revivámoslo..

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