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miércoles, 20 de enero de 2010

Cuando el Lole dijo basta


Carlos Alberto Reutemann fue uno de esos pilotos marcados por un talento exquisito y una meticulosidad superior al promedio de su época, vocación hacia los detalles y la perfección que exhibirían hombres como Ayrton Senna y Michael Schumacher.

Estas habrían sido armas suficientes para ser campeón en cualquier tiempo, pero al nacido en la provincia argentina de Santa Fe, también le acompañó una incalculable dosis de mala fortuna que lo atacó en los momentos más cruciales de su carrera.

En 1982 la Fórmula Uno había comenzado en Sudáfrica, con brillante victoria de Alain Prost en un Renault turbo, seguido en desigual lucha por Carlos Reutemann en un Williams-Cosworth. Era la undécima campaña que de manera consecutiva el popular Lole arrancaba como protagonista, como lo hizo el día de su debut en la F1 en el GP de Argentina de 1972, cuando no tuvo mejor idea que largar desde la pole position. Nada hacía presagiar que para Reutemann, próximo entonces a cumplir los 40 años de edad, la cita de Kyalami fuera su penúltima presentación.
La ronda siguiente se realizaba en Río de Janeiro, Brasil, carrera que tuvo de todo, desde un calor agobiante con dos ganadores hasta accidentes y toques en la lucha por la victoria. Uno de los que se vio forzado a abandonar fue precisamente Reutemann, luego de engancharse con el Renault de René Arnoux. En Jacarepaguá también estaba presente el colombiano Roberto José Guerrero – quien no logró clasificar - junto al chileno Eliseo Salazar y los brasileños Raoul Boesel, Chico Serra y Nelson Piquet quienes completaban la patrulla latinoamericana.

Sin embargo, a pocas horas de culminar el evento, el contingente perdía a su figura de mayor experiencia, una vez que Carlos Reutemann anunciara su decisión de retirarse del automovilismo deportivo, algo que, para aquellos que lo conocían bien, era consecuencia directa de la enorme desilusión que significó para él perder el título mundial de conductores en Las Vegas apenas unos meses atrás, y no fue precisamente en una ruleta de algún casino.Y es que hasta en esa drástica determinación el santafesino tuvo la suerte de espaldas, porque al final de la contienda, su coequipero Keke Rosberg se hizo con el campeonato tras conseguir una victoria, sacando provecho a la trágica temporada que enlutó a Ferrari y a los fallos mecánicos de Renault y McLaren.

Pasada la mitad de la campaña 1981, resultaba casi imposible que Reutemann dejase escapar la corona de Fórmula Uno al contar con 17 puntos de ventaja frente a sus perseguidores. Eran los tiempos de los turbo contra los aspirados, de Ferrari, Renault y Alfa Romeo contra los ingleses motorizados por el venerable Ford Cosworth V8 encabezados por Williams, Lotus y Brabham, además de la francesa Ligier que llevaba el Matra V12.
De vuelta a la temporada 1981, la debacle para el volante argentino comenzó con el regreso del equipo Williams a los neumáticos Goodyear, luego de emplear las gomas Michelin en las primeras carreras del año con resultados por demás satisfactorios. Otro punto clave se fija en Brasil, donde bajo un torrencial aguacero se produjo el famoso incidente de los carteles, en el que Frank Williams y Patrick Head obligaban a Reutemann a ceder la victoria a su compañero y campeón del mundo, el australiano Alan Jones, un tipo rudo pero inmensamente rápido, quien cargó con todo el desarrollo del equipo desde 1978.
El Lole no hizo caso y ganó en Jacarepaguá, pero a partir de entonces las relaciones dentro de la escuadra se enfriaron y, a pesar de la magnífica cosecha en la primera parte de la temporada, para Reutemann las últimas seis fechas resultarían un verdadero calvario. Varios abandonos, incluido el golpe con Jacques Laffite en Zandvoort o el pésimo funcionamiento de los cauchos Goodyear en la lluvia de Montreal, desembocó en la definición en el estacionamiento del Ceaser’s Palace de Las Vegas (¡allí armaron un circuito!), donde luego de marcar la pole position, inusuales fallos en la caja de velocidades del Williams FW07-B entregaron en bandeja el título al brasileño Nelson Piquet en un Brabham, quien con un agónico quinto lugar le quitó el galardón por apenas un punto.

Fue la última ocasión que tuvo Carlos Reutemann de luchar por la corona y de quitarse el peso de continuar la saga del inimitable Juan Manuel Fangio, porque siendo argentino como él, la sombra del "quíntuple" hacía más difícil la faena, sobre todo entre la insaciable afición rioplatense. Y es que a veces la historia es tan injusta, que el hecho de no inscribir su nombre en el palmarés de los campeones le condenó como a otros tantos fenómenos que tampoco se hicieron con el máximo pergamino.

Reutemann, famoso también por su manera de pensar y decir las cosas y etiquetado por el Commendatore Enzo Ferrari como un hombre "tormentoso y atormentado", se impuso en 12 GP y compartió la pista de igual a igual con figuras legendarias como Jackie Stewart, Emerson Fittipaldi, Niki Lauda, Jackie Ickxx, Ronnie Peterson, Carlos Pace, Jochen Rindt, Clay Regazzoni, Mario Andretti, Francois Cevert, Denny Hulme, Gilles Villeneuve y Jody Scheckter entre otros.
El paso del tiempo sólo ha ratificado cuán difícil significa para un latinoamericano llegar a los máximos niveles del automovilismo mundial y para hacer más gráfica esta premisa, se puede advertir que desde el retiro de Reutemann en 1982 - y si exceptuamos por conveniencia a los brasileños en el contexto latino -, hubo que aguardar hasta la llegada del colombiano Juan Pablo Montoya para volver a hablar castellano en lo más alto del podio de la Fórmula Uno, una satisfacción que en más de medio siglo apenas nos han otorgado cinco hispanoparlantes (porque de la Madre Patria no han ayudado mucho que digamos, bueno, hasta que a Fernando Alonso le den un buen carro), a saber: Juan Manuel Fangio, Froilán González, Pedro Rodríguez, Carlos Reutemann y el gordito bogotano.

miércoles, 3 de junio de 2009

Carlos Alberto Reutemann


En su carrera en la máxima categoría obtuvo 12 victorias puntables, 2 no puntables, y 6 pole positions, en 144 carreras, a pesar de haber sido segundo piloto de equipo varias veces. Todo un éxito si se lo mira con los ojos de hoy.

Es posible que Reutemann no haya satisfecho las expectativas de algunos que vivieron los triunfos de Juan Manuel Fangio, la insuperable referencia respecto de la cual se midió siempre su carrera. No obstante, muchos argentinos madrugaban para ver su talento al volante, y su corrección como deportista. En 1978, ganó el gran premio de Gran Bretaña luego de superar en extraordinaria maniobra a Niki Lauda. En 1981, habiendo superado al primer piloto de la escudería Williams, Alan Jones, finalizó segundo en el campeonato de pilotos con una diferencia de sólo un punto con respecto al campeón, Nelson Piquet.En esa temporada, es muy probable que haya sido víctima de un oscuro boicot por parte de la escudería en la que corría, como represalia por no obedecer instrucciones de dejar ganar al primer piloto en el Gran Premio de Brasil (El mítico cartel "Jones-Reutemann"), que ganó Reutemann brillantemente en 1981, en inolvidable carrera bajo la lluvia en el circuito de Jacarépagua, en Barra de Tijuca, Río de Janeiro.

Tuvo su debut en automovilismo el 30 de mayo de 1965, en una carrera de Turismo Mejorado en la ciudad de La Cumbre (Córdoba) a bordo de un Fiat 1500, en la cual abandonó. Sin embargo, su primer triunfo no tardó en llegar, el 11 de julio de ese mismo año, a bordo del mismo auto, en la prueba de Turismo Mejorado desarrollada en Villa Carlos Paz (Córdoba).Luego de coronarse campeón de Turismo Nacional durante varias temporadas, pasó a competir en Sport Prototipos, Mecánica Argentina Fórmula 1, participando en la serie internacional reservada para coches de Fórmula 2 desarrollada en Noviembre-Diciembre de 1968 en la ArgentinaA partir de 1970 viaja a Europa formando parte del equipo del Automóvil Club Argentino, coordinado por Héctor Staffa, para participar en el campeonato Europeo de Fórmula 2, obteniendo el subcampeonato detrás de Ronnie Peterson en el año 1971. Esto le vale una invitación a participar en la carrera de Brands Hatch a fines de ese año (Donde se accidentara fatalmente el suizo Joseph Siffert) sin puntos para el campeonato, y la contratación para el año 1972 como segundo piloto del Brabham team junto a Graham Hill.

Su debut no pudo ser mejor, ya que en el GP de Argentina 1972 obtiene la pole position delante del mismísimo campeón Jackie Stewart, finalizando séptimo en dicha competencia. Su primer triunfo en F-1 tendría lugar al poco tiempo en Brasil (competencia sin puntos) a lo que sobrevendría un serio accidente probando en el circuito de Thruxton, que lo mantuvo alejado de las pistas durante varios meses.

Brabham vuelve a confiar en sus servicios al año siguiente (hasta 1976 inclusive), llegando su primer triunfo en 1974 en Kyalami (Sudáfrica), al cual seguirían los de Austria y Estados Unidos con el modelo BT44. En 1975 obtiene una resonante victoria en el difícil trazado de Nürburgring (Alemania), y en 1976 la baja confiabilidad del motor Alfa Romeo no le permite obtener buenas performances. Decepcionado, Reutemann se aleja de Brabham luego del Gran Premio de Alemania de 1976, en el cual se accidentara gravemente el piloto austríaco y campeón vigente Niki Lauda. Enterados de su alejamiento de Brabham y con dudas sobre el total restablecimiento del piloto austriaco, Ferrari decide contratar a Reutemann para completar la temporada. Sin embargo Lauda se recupera de manera asombrosa y se reintegra al equipo para el Gran Premio de Italia en el circuito de Monza. Reutemann debe contentarse con pilotear un auto no oficial y luego esperar al comienzo de la temporada siguiente. En 1977 Ferrari confirma a Lauda y a Reutemann como sus pilotos oficiales, lo que provoca el alejamiento del piloto suizo Clay Regazzoni. Ese año Reutemann obtiene un triunfo destacado en Interlagos (Brasil) y finaliza cuarto en el campeonato, que se adjudica nuevamente su compañero de equipo. En 1978 Lauda se aleja de Ferrari y Reutemann es confirmado como primer piloto del equipo, con el canadiense Gilles Villeneuve como compañero. Ese año Reutemann obtiene una victoria en Brasil con el viejo modelo T2 y tres más (Long Beach, Brands Hatch y Watkins Glen) con el nuevo modelo T3. Pese a esas victorias poco puede hacer para desafiar a los técnicamente superiores Lotus de Mario Andretti, campeón de ese año, y de Ronnie Peterson.

Luego de un año de desavenencias con la cúpula técnica de Ferrari, Reutemann decide aceptar una oferta para unirse a Lotus, los ganadores absolutos del año anterior, y reemplazar al sueco Peterson, quien había fallecido en un espectacular accidente en Monza el año anterior. Se suponía que Lotus extendería su dominio técnico gracias al Lotus 80, un auto de revolucionario diseño destinado a reemplazar al ya exitoso Lotus 79. Sin embargo, el nuevo vehículo mostró serias fallas desde el inicio que demoraron su debut hasta después de la mitad del campeonato y, aún así, su desempeño fue apenas discreto. Reutemann sumó puntos en 6 de las primeras 7 carreras pero en las ocho restantes no obtuvo un solo punto. Profundamente decepcionado con Lotus, Reutemann acepta una oferta para integrarse al promisorio equipo Williams, cuyo ascenso en la categoría se basaba en el generoso aporte financiero de petroleros árabes. La función de Reutemann era la apuntalar la candidatura al título de su compañero de equipo, el australiano Alan Jones. Sin embargo logró una magnífica victoria en el Gran Premio de Mónaco, brindando una extraordinaria lección de manejo bajo la lluvia. Habiendo Jones ganado el campeonato de 1980, Reutemann supuso que contaría con iguales posibilidades de pelear por el título en 1981 dentro del equipo. Su suposición, empero, resultaría errónea. En la primer carrera, celebrada en Long Beach, cedió el primer puesto a Jones luego de realizar una maniobra fallida. Sin embargo desde boxes ya le estaban indicando que debía dejar pasar a su compañero de equipo para que éste se hiciera con la victoria. La segunda competencia se llevó a cabo en Brasil, bajo una lluvia torrencial. Reutemann tomó la delantera seguido a varios segundos de distancia por Jones. Desde boxes le indicaron nuevamente que debía ceder la punta al australiano, pero esta vez Reutemann desobedeció la orden del equipo y lideró la competencia hasta el final. La ausencia de Jones y de la totalidad de los mecánicos de Williams en los festejos de la carrera marcó el quiebre de la relación.

Si bien Reutemann volvió a ganar en el Gran Premio de Bélgica, sus posibilidades se vieron comprometidas por la falta de apoyo del equipo. A esto se sumaba el espectacular ascenso del piloto brasileño Nelson Piquet a bordo de un Brabham cuyo sistema de suspensión activa estaba sospechado de ser ilegal. Reutemann también se vio perjudicado por la decisión de la F.I.A. de anular los resultados del Gran Premio de Sudáfrica, que Reutemann se había adjudicado en forma holgada, a los efectos de superar un conflicto surgido entre la federación y algunas escuderías de Fórmula 1 como Ferrari, que se negaron a participar de dicha prueba. Sus problemas continuaron con la polémica decisión de Williams de reemplazar a Michelin como proveedor de neumáticos de la escudería por Goodyear. Era sabido que el santafecino, a diferencia de Jones, se sentía más cómodo con los neumáticos franceses, más blandos y rendidores que los neumáticos estadounidenses. En definitiva Reutemann, quien había obtenido 37 puntos en las primeras 7 competencias del campeonato frente a 24 de Jones y 22 de Piquet, sólo obtuvo 12 unidades en las 7 competencias siguientes, frente a 26 de Piquet y 13 de Jones. El campeonato tuvo su definición en el Gran Premio de Estados Unidos, disputado en un intrincado y absurdo circuito construido en la playa de estacionamiento del hotel Caesar's Palace de Las Vegas.

Reutemann había arribado con un punto de ventaja sobre el brasileño Piquet y había marcado la pole position para la carrera. Pero los dos vehículos Williams habían sufrido problemas mecánicos que obligaban al cambio de motor en las dos unidades. Reutemann solicitó el motor más nuevo y potente pero Frank Williams, el jefe del equipo, se lo negó aduciendo que ese motor era para Alan Jones, quien ya no contaba con chances para pelear el campeonato. Luego de la largada, Reutemann tomó la delantera pero de inmediato comenzó a sufrir problemas mecánicos, siendo relegado a la quinta posición. Piquet marchaba detrás de él. El brasileño tenía fiebre y apenas podía concentrarse en el manejo de su vehículo pero, aún así, logró superar al argentino, adjudicándose el campeonato por un sólo punto. Años más tarde se le preguntó a Reutemann si nunca consideró la posibilidad de colisionar con Piquet cuando éste hizo la maniobra para superarlo, tal como hicieron y harían otros pilotos, sabiendo que esa manera se hubiera consagrado campeón. La hidalguía y caballerosidad deportiva de Reutemann quedó de manifiesto cuando respondió: "No hubiera soportado ganar un campeonato de esa manera". Reutemann y Williams lograron recomponer su relación para 1982 con el objeto de disputar un nuevo campeonato. Jones se había retirado y Reutemann fue confirmado como piloto principal, acompañado por el piloto finlandés Keijo Rosberg. Sin embargo, cerca ya de los 40 años, Reutemann advirtió que ya había perdido definitivamente su posibilidad de consagrarse campeón. Sus motivación decreció aceleradamente a medida que comprendía que su Williams, equipado con un motor Cosworth nada podía hacer para desafiar a los potentes motores turbo de Ferrari y Renault. Luego de un segundo puesto en el Gran Premio de Sudáfrica y de un abandono al colisionar con el francés René Arnoux en el Gran Premio de Brasil, anunció su retiro.

Irónicamente, de haber continuado hasta el final de ese campeonato, Reutemann bien pudo haberse adjudicado el título pese a la inferioridad mecánica de los Williams. Los Renault experimentaron problemas de motor que afectaron decisivamente su perfomance en la segunda mitad del torneo y Ferrari quedó atrapada en una profunda crisis motivada por la trágica muerte de Gilles Villeneuve y otro grave accidente que interrumpió definitivamente la carrera de su otro piloto, el francés Didier Pironi. El irregular campeonato de 1982 quedó finalmente en manos de Keijo Rosberg, quien insólitamente se coronó campeón tras ganar una sola competencia. Consultado sobre si se arrepentía de aquella decisión, Reutemann respondió: "Cuando pienso en eso recuerdo que, cuando era niño, debía ir a la escuela a caballo.....y de allí llegué a ser piloto de Fórmula 1. Ese placer no me lo quitará nadie".