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miércoles, 22 de julio de 2009

Louis Chevrolet


Louis Chevrolet nació el día de Navidad de 1878 en La Chaux de Fonds, Neuchatel (Suiza), en el cantón francés. Hijo de un relojero suizo, fue su propio padre quien le empezó a inculcar sus habilidades con la mecánica. Con sólo diez años se fue con sus padres a Francia y ya a esa edad se encargó de trabajar con los trapiches y a montar y reparar las bicicletas que llegaban a sus manos.
Cogió tanta destreza en este oficio que incluso se construyó una bicicleta a la que bautizó como Fontenac, un colonizador francés. Fue el comienzo de su historia con instrumentos con ruedas: el siguiente paso era interesarse por los coches; viajó a París para trabajar como chofer. En la capital francesa consiguió introducirse en el mundo del motor más profesional y estuvo al volante de vehículos como Darracq, Hotchkiss etc. De cualquier modo muy pronto se dio cuenta que aquellos trabajos estaban muy lejos de sus aspiraciones reales por lo que tomó una decisión que marcaría su vida para siempre: con veintidós años se marchó a Estados Unidos, más concretamente a Nueva York. En este lugar trabajó también como mecánico en varios concesionarios como la Biel y la Fiat de Hollander y Tangeman, donde rápidamente demostró sus habilidades.
En 1905 empezó a circular el rumor de que Chevrolet era un magnífico conductor, con una experiencia contrastada a pesar de su juventud. Le dieron la oportunidad de competir y en su primera carrera ganó al norteamericano Barney Oldfield. Dos años después corrió con un Buick en las 500 millas de Indianápolis y empezó a batir todos los récords de la época. Lo más importante no fueron las carreras en sí, sino el hecho de que conociese a William C. Durant durante éstas. Durant no era entendido en mecánica pero sí era un tipo que manejaba su dinero como nadie. Era heredero de una gran fortuna que le había dejado su madre y también su padre, que era un especulador nato y ganaba dinero con gran facilidad. Durant invirtió su capital en una compañía de trenes, luego en carros, para posteriormente introducirse en el mundo del automóvil.
En 1911 Louis se unió a Durant, y éste se encargó de poner en marcha el primer coche que llevaría el nombre de Chevrolet, cuyos derechos eran por supuesto del hombre de negocios, Durant. Su poder era tan importante que introdujo la recién creada Chevrolet Motor Company en el mismo holding que la mítica General Motors. El símbolo característico de la firma Chevrolet tiene una curiosa historia. Durant, en uno de sus viajes a Francia vio un dibujo que le llamó la atención en la propia habitación del hotel, era una especie de rectángulo por encima de un paralelogramo. Recortó aquella forma que había en la pared y se la llevó consigo a Estados Unidos.
Uno de los coches que salieron de la fábrica Chevrolet ganó la carrera de las 500 Millas de Indianápolis, pilotado por el propio hermano de Louis, Gastón; y posteriormente Tommy Milton venció con un Frontenac. Pero en 1920 se produjeron dos hechos importantes que le alejaron definitivamente de las carreras a pesar de su calidad contrastada al volante de un vehículo: por un lado un accidente de su hermano Arthur, que pese a su destreza como conductor quedó gravemente herido en una competición en Indianápolis, y especialmente el choque mortal que sufrió su otro hermano, Gastón, en una carrera en California. Fueron dos durísimos golpes para Louis en un mismo año.
La década de los treinta tampoco comenzaría muy bien, Chevrolet contrajo varias enfermedades que le impidieron trabajar al cien por cien como siempre había hecho. Con una debilidad importante intentó inmiscuirse en otras actividades que llamaban su atención, como la aeronáutica. Trabajó en la Stutz Automobile Company, en la zona de Indianápolis y construyó una fábrica de aviones que fue un rotundo fracaso, pero eso sí, supuso una experiencia más en su vida. En 1936 regresó de nuevo al mundo del automovilismo para continuar con su labor en la división Chevrolet de la General Motors, que por aquel momento llevaba ya su propio nombre. Tampoco le salieron demasiado bien las cosas porque los beneficios eran muy escasos, así que decidió abandonar este tipo de proyectos para siempre. En un estado anímico y físico muy tocado se marchó a la ciudad de Detroit para trabajar como empleado de una fábrica, como en sus inicios. Su vida hacía tiempo que se iba apagando y definitivamente murió antes de cumplir los 63 años, el 6 de junio de 1941.
En general muchas de las marcas importantes del mercado llevan el nombre de su gestor o creador, como es el caso de Ferrari, Ford, Mercedes-Benz etc., y otros se quedaron en el camino. El caso de Chevrolet es realmente especial porque fue una firma de coches con mucho éxito, de prestigio y que vendía sin parar, sin embargo aunque estos vehículos llevan la marca de su creador, nunca fue el propietario de la misma por falta de dinero. Las pocas acciones que tenía las tenía que vender. Para poner en marcha el proyecto tuvo que asociarse con Durant, que tenía mucho dinero, pero que era un tipo poco recomendable en todos los sentidos, es más, el caso entre ambos acabó en estafa. Fue una pena que una pareja profesional que tenía todos los indicios de éxito, un técnico e imaginativo constructor como Chevrolet y un hombre de negocios que se ocupaba de la parte económica de la fusión, acabase de una manera tan lamentable. Normalmente la palabra Chevrolet está relacionado con el mundo comercial automovilístico norteamericano, pero ya hemos comprobado que su origen es mucho más complejo, que su pionero no era estadounidense, y que el símbolo de la marca tiene una historia rocambolesca.
La historia de Louis Chevrolet es poco habitual en el mundo de las firmas de coches. Dio nombre a toda una gama de vehículos y fue uno de los mejores conductores de la época, sin embargo, en lugar de tener una vida acomodada y llena de riqueza como tuvieron la gran mayoría de los pioneros de las importantes marcas, disfrutando de una vejez y admirando todo un imperio que se había formado con sus propias manos, no tuvo nada de eso, murió solo y abandonado sin que nadie se acordara de lo que había hecho.

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