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miércoles, 22 de julio de 2009

GP de Argentina/1997


"Momento histórico: el piloto del Williams cruza la meta, imponiéndose en el Gran Premio numero 600 de la historia de la Formula 1, seguido de cerca por la Ferrari de Irvine"...asi lo reflejaba la revista Corsa en su edicion 1497 de abril del 97.

Algunos pensaron que poco le faltó a la Ferrari de Irvine para llevarse la victoria, y otros se fueron contentos de ver ganar por fin a un Villeneuve en un GP de la Argentina. Luego de días de especulaciones sobre lo que ocurriría a merced del avance de ciertos autos que, como el Prost de Panis o el Stewart de Barrichello, se habían arrimado a los puestos preferenciales de largada, que, en un circuito como el de Buenos Aires, trabado y con pocos sitios donde poder adelantarse con garantías, es algo más que una buena prestación momentánea.

Pero en la Argentina había varios candidatos, algunos con mucha urgencia de gloria traducida a puntos, como es el caso de Frentzen (que por tercera vez debió retirarse en el año), o el de Schumacher, quien aún después de haber arribado en una pálida quinta posición en Brasil, en Argentina y para alegría de los miles de seguidores de la marca italiana que se hicieron presentes otra vez en el Autódromo, hacía valer sus opciones a ganar el domingo. A su lado pero con menos urgencias de victoria aunque con auténticas posibilidades, Olivier Panis apuntaba alto, así como los dos Jordan, que, más que nada en carrera, estuvieron en todo momento (en un caso, hasta la deserción de Panis, y en el otro, luego sólo con Ralf Schumacher) en posiciones expectantes que se tradujeron en ese notable primer podio del hermano menor del Bicampeón del Mundo. Pero delante de todos ellos siempre estuvo Villeneuve. El que había sido vencedor del último GP de Brasil llegaba a Buenos Aires con su habitual aureola de ganador y dominador, y gran candidato a la victoria final del Campeonato, aunque nadie olvidaba la incógnita de lo que hubiera pasado en Australia y de lo que hubiese sido capaz en el mismo Brasil si no hubiese tenido el obsequio de la bandera roja cuando se despistó en la primera curva...
Pero Villeneuve cumplió. Manejó el GP de la Argentina con menos márgenes que los que hubiera querido, pero varios contratiempos como el de su mismo estado físico y su problema con el selector de cambios, así como la cuestionada estrategia de Williams, que otra vez (y menos mal que no cometieron errores en boxes..) a punto estuvieron de echar por tierra las aspiraciones de ganar del canadiense. En este caso, frente a Irvine que, a cambio de esas tres paradas de Jacques, sólo paró en los "pits" dos veces, y cuestionó la victoria hasta la última vuelta, en una seguidilla de giros, de máxima tensión cuando la Ferrari, por espacio de casi veinte giros, se lanzó a la caza del Williams.
Pero el GP de la Argentina había terminado mucho antes ya para varios protagonistas, sobre todo después de ese entrevero a la salida de la primera curva de la carrera, que hizo que lo de Michael Schumacher sólo durara unos cuantos metros, hecho que dejó a nuestro GP sin uno de los máximos favoritos del público. Y también, teniendo en cuenta el desarrollo del GP, Coulthard podría haber tenido un protagonismo aquí, pero fue otro de los damnificados de la carambola, cuando Fisichella le arrancó de cuajo la rueda delantera izquierda ... Poco más adelante, tanto Frentzen como Panis, otros del grupo de los posibles ganadores, dejaban sus autos a un costado de la pista. Y toda esa debacle provocó el advenimiento de un nutrido y parejo grupo que peleó tanto en pista como en boxes sus posiciones y que hizo que la competencia fuera ganando en alternativas interesantes con el correr de las vueltas. Pero fue mucho más lo que ocurrió en Buenos Aires el pasado fin de semana. Porque toda la lucha había empezado ya desde mucho antes.
El viernes atisbó alguna sorpresa más, al margen de los impresionantes registros alcanzados; como por ejemplo, la gran performance de Barrichello con el Stewart quien se ubicó segundo detrás del estratosférico tiempo de Villeneuve. Detrás de ellos estaba Olivier Panis quien confirmaba que lo que se había visto hasta ese momento en el equipo Prost no era ninguna casualidad, pero más que nada, si le sumamos lo hecho por Barrichello, que la verdadera guerra de las gomas había empezado. Es cierto que cada casa puede presentar solo dos compuestos de piso seco, pero estaba claro que a partir de ese mediodía del viernes en Buenos Aires, el más blando de los dos que se pueden elegir era, tanto para Goodyear como para Bridgestone, muy superior a lo que se había podido ver hasta entonces, y que encima se adaptaba muy bien a los vericuetos del Circuito Nro 6. Los Benetton y los McLaren daban la nota negativa en un día soleado con un asfalto lavado por la lluvia de la noche anterior y que abría la edición numero 19 del GP argentino.
Pero el sábado se esperaba otra música y, evidentemente, que cantaran los Williams su sinfonía habitual. Porque más allá de las guerras del caucho, no existe ninguna duda en la F1 de que los Williams son, y seguirán siendo los autos a batir, basados en un chasis que sigue siendo el más efectivo. Una combinación que permitió, por la mañana del segundo día de actividad, ubicar a los monoplazas de Frank Williams para marcar las diferencias habituales, distanciando al más próximo perseguidor, Michael Schumacher con su Ferrari, en casi un segundo y medio.
diferente fue el orden de los pilotos de los autos blanquiazules: Frentzen adelante (1m24s874) con 0.8 seg. de ganancia sobre Villeneuve. A la una de la tarde comenzó la hora de la verdad, a partir de la cual se definiría la grilla del GP de Argentina 1997, el GP número 600 del Campeonato Mundial de F.1. Y el clima (nublado y más fresco) hacía las veces de ayuda para bajar aún más los registros increíbles del día anterior.
Los encargados de abrir pista fueron, como en casi todos los circuitos, los Minardi, esta vez el de Ukyo Katayama. Schumacher, alentado por una ya densamente poblada tribuna, fue el primero en enseñar las armas, marcando 1m26s011, tiempo con el que conseguía la “pole” provisional que le duró sólo los dos minutos que tardó en salir Villeneuve a la pista, quien con facilidad le arrebató el liderazgo con el 1m25s235. Los Williams marcaban la pauta sin problemas, a pesar de un trompo de Villeneuve en la horquilla. Sobre el final, Jacques aplicó todo su potencial para terminar, faltando 15 minutos, marcando el 1m24s473 que le dio finalmente la “pole position” utilizando, al igual que Frentzen, el total de las 12 vueltas a disposición. Panis confirmaba sus progresos y los del Prost, a poco más de un segundo de los Williams, mientras que Michael Schumacher, cuarto, daba garantías de poder pelear la punta. El domingo esperaba.
La carrera quedó marcada desde esa primera curva y el toque inicial. Barrichello pudo escapar hasta los boxes pero M. Schumacher nada pudo hacer para seguir, a pesar de que la equivocación de un banderillero (que mostró la bandera roja) le hizo albergar esperanzas de proseguir. “Por eso me fui corriendo hasta los boxes”, aclaraba al alemán, que ya sólo piensa en Imola. Después del entrevero, el “Safety Car” estuvo en pista hasta la vuelta 4, en la que en verdad empezó la carrera, con Villeneuve al frente (tras largar impecablemente) y Frentzen detrás, duelo que duró una vuelta cuando el embrague dejó tirado al alemán, que sumó allí su tercera carrera consecutiva sin puntos. Más atrás, Olivier Panis podía seguir sin problemas el ritmo de Villeneuve, cuando las incógnitas de las detenciones ya comenzaban a planear sobre el Oscar A. Gálvez”. Aunque las Bridgestone del francés estaban señaladas, lo mismo que en Brasil, como que le permitirían hacer una parada menos, mientras que todo el mundo se inclinaría por dos, al revés que Williams, que finalmente terminó como se vio a partir de la temprana detención del canadiense en boxes. El progreso de los Jordan ya era una realidad. Por fin, y con un ritmo consistente, tanto Fisichella (que fue uno de los beneficiados por la debacle del accidente) como Ralf Schumacher empezaban a escalar, convirtiéndose en protagonistas, y más aún cuando todo el mundo descubrió que se jugarían a una táctica muy arriesgada en la Argentina: una sola parada. Algo que les dio muy buen resultado y que mejor hubiese sido aún, sin el prematuro toque entre ambos compañeros, que dejó a Fisichella fuera de carrera y con una bronca que puede durar mucho en el equipo irlandés. Los Sauber no perdían el ritmo y Herbert seguía siempre (con excelentes tiempos durante toda la carrera) en los puestos que permitirían después de la vuelta 65 y sin más paradas, disputar la zona de los puntos.
McLaren ha sido un caso aparte. Fuera Coulthard tempranamente, y con Hakkinen que largaba 17, la cara de los primeros ganadores de 1997 era como para filmarla... Sin embargo, la estrategia de una sola parada (como en Australia), permitió a Hakkinen llegar en una posición casi milagrosa. Progresivamente, todos sus rivales fueron deteniéndose y, con su quinto lugar ya es uno de los pocos pilotos (junto con Berger) que sumó en las primeras carreras del año. Pero el verdadero fracaso ha sido el de Benetton. A pesar del punto conseguido (que no le satisface a nadie), los autos del equipo de Briatore parecieron no haber estado nunca en Buenos Aires. Una carrera en la que se esperaba mucho más de ellos y donde no sólo en clasificación, con diversos problemas de puesta a punto, estuvieron fuera de lucha por puestos trascendentales, sino que se vieron envueltos en grupos de coches que sólo una carrera atrás estaban muy detrás de ellos. En el caso de Berger puede que sea diferente porque fue otro de los pilotos que se vio perjudicado por el caos de la largada y debió remar desde atrás, pero el de Alesi, que incurrió en demasiados errores repetidos al querer superar a autos inferiores como el de Hill, merece otro tratamiento. El trompo protagonizado al final de la recta principal después de su toque con el inglés (quien también no sólo logró mezclarse en el grupo perseguidor sino que llegó a liderarlo...), más otras acciones desacertadas en el transcurso del fin de semana porteño, le harán rendir cuentas con Briatore, que se negó hasta a hablar con la prensa.
Y hubo que esperar, como manda esta F.1 ultramoderna, a la última parte de la carrera, para vivir la mejor emoción y dejar atrás la sucesión de paradas en boxes. Fuera Schumacher, le tocó por primera vez defender en lo más alto los colores de Ferrari, a Eddie Irvine, quien tuvo por vez inicial en su carrera dentro de la F.1, la gran posibilidad de ganar un GP. Lo tuvo en sus manos, pero se encontró adelante con un piloto que, como hacía Senna, sabía administrar hasta el último aliento de su coche y cualquier pequeña ventaja que tuviese para llevarse una victoria, en este caso, fundamental para las aspiraciones del canadiense de elevarse por sobre los demás en un campeonato en el que todos lo indican como el gran favorito, por lejos... Un final de película que ya no tenía a protagonistas que hubiesen dado aún mas emoción, como el caso de Panis, al que el motor dejó fuera de carrera en el giro 19, pero que trajo a otros como Ralf Schumacher, que devolvió a Jordan al podio en su GP Nº 100.
Nadie puede sentirse defraudado por lo visto en el GP de Argentina. Nadie a quien le gusten las carreras de autos, aunque si es así, se habrá acostumbrado a este tipo de F.1 en el que todo lo emotivo se aglutina casi siempre en las vueltas posteriores a las visitas necesarias a boxes, las que permiten, al menos en este año, mediante una guerra de neumáticos cada vez más abierta, que equipos que a priori no estaban indicados para la punta puedan hacerlo a partir de ahora y ya se hable de una nueva paridad.
Otro GP de la Argentina ha terminado. En este caso, otra carrera emotiva que nos posterga, eso sí, la incomparable sensación de ver a un argentino en pista. Que 1998 (o antes) descubra ese interrogante.

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