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miércoles, 6 de mayo de 2009

Alberto Ascari

Fue el primer bicampeón mundial y uno de los máximos ídolos del automovilismo italiano. No pudo escapar al destino fatal de su familia al morir, como su padre, en una pista y a la misma edad.

Aquel accidente que en 1955 le costó la vida a Alberto Ascari enlazó su figura con la de su papá Antonio. Igual que su progenitor, Alberto se mató un día 26, a los 37 años. El 26 de julio de 1935, cuando Antonio murió en Monthlery en plena lucha con su coequiper Campan, el pequeño Alberto recién había cumplido siete años (nació el 7 de julio de 1928). A esa altura, ya demostraba su amor por la velocidad y las carreras.Las expectativas de los italianos por ver que Alberto recogiera la herencia deportiva de su malogrado padre empezaron a tener respuestas cuando, a los 18 años, el joven Ascari empezó a correr en motos. Los impulsos de juventud le hicieron cometer tantos errores que pocos le auguraron un futuro en el deporte, y menos cuando decidió pasar al automovilismo.Las Mil Millas de 1940 marcaron un particular encuentro que anticiparía horas de gloria. Fue el de Ascari con el constructor Enzo Ferrari. Para manejar sus nuevos autos realizados a partir de la mecánica Fiat, don Enzo se fijó en él. A muchos extrañó esta designación, porque nunca el padre de Alberto había tenido una estrecha relación con Ferrari. Algunos la adjudicaron al gusto de don Enzo por el espectacular estilo de su compatriota. Otros, más escépticos, a la repercusión que tendría el debut del hijo de Ascan. La historia terminó con un abandono, por fundir el motor, pero con la satisfacción de haber punteado la famosa carrera durante algunos momentos. Ascarí y Ferrari recién volvieron a encontrarse en 1949. La pausa impuesta por la Segunda Guerra Mundial y el paso de Alberto por Maserati y Cisitalia al reaniciarse la actividad en 1945, quedó cerrada cuando Enzo lo convocó para su equipo de Fórmula 2. Los años transcurridos habían modelado el perfil conductivo de Ascan, quien ya no era el piloto vehemente de sus comienzos, sinob alguien que pensaba las carreras. Esto le valió el apodo de Ciccio (bueno o tranquilo), que desde entonces lo identificó dentro del grupo de corredores de la época. Ese estilo, que también aportaba la dosis imprescindible de lucha y velocidad, lo puso en pista el 12 de junio de 1949 para lograr en el Gran Premio de Bari un debut exitoso en las filas de Ferrari. Fue el pasaporte que selló su confirmación como piloto principal en el equipo con el que la Scuderia afrontó al año siguiente su participación en el flamante Campeonato Mundial.También esa personalidad conductiva que mostraba Ascar distinguía la férrea voluntad que en el pasado había caracterizado a su padre. Ese fue el arma que le permitió sobreponerse al duro comienzo que tuvo Ferrari en el Mundial ante el contundente dominio de las Alfetta. Poco a poco el panorama fue mejorando y, en 1951, capturó en Núrbrugring y Monza sus dos primeros éxitos mundialistas. Esos que le posibilitaron llegar a la carrera final de España con chances al título. Las frustró una de las tantas magnificas jornadas de Fangio, su gran rival. Como consuelo, Ascan le ganó al Chueco la cena que habían apostado y que debía pagar el campeón.El retiro de Alfa Romeo y la éntrada en vigencia de la reglamentación que limitó la cilindrada a 2.000 cc marcaron en 1952 las circunstancias que dieron vida a las dos coronas que conquistó Ascari. Otro factor importante fue la ausencia de Fangio durante 1952, como consecuencia de su grave accidente en Monza. Ascari casi no tuvo rivales. Así lo probaron las nueve victorias consecutivas que hilvanó entre las seis últimas carreras del 52 y las tres primeras de la temporada posterior.Tan brillante campaña sobre los autos de Maranello no fue obstáculo para que, a fines de 1953, un escueto comunicado de prensa informara lo siguiente: "El volante Alberto Ascar ha dejado de pertenecer a nuestro equipo de competición". A la hora de buscar nueva escudería, los frescos laureles de Ascan pesaron y así Mercedes-Benz le ofreció un lugar en la escuadra que estaba formando. La oferta era tentadora, pero Ascari no la aceptó porque el equipo alemán ya había cerrado trato con Fangio y no deseaba compartir con el argentino la condición de piloto número uno. Esa posición se la daba con exclusividad Lancia y allí estampó la firma el primer bicampeón mundial de la historia de la Fórmula 1.Las reiteradas demoras en la terminación del nuevo Lancia demoraron la presentación del auto italiano hasta la carrera final en España. Para combatir esa inactividad Ascan se subió a una Maserati privada en Francia e Inglaterra. Pero la pequeña satisfacción en esa magra temporada en el Mundial la tuvo con el Lancia al hacer la pole y marcar el récord de vuelta en Pedralbes. La rotura del motor le impidió redondear esa presentación con un buen resultado final.Este auspicioso debut con Lancia en el final de 1954 renovó las esperanzas de Ascari para regresar a los primeros planos. Esto esperaba para 1955. El destino tenía otros planes. Paradójicamente y, tal vez como un anticipo de que el final estaba cerca, los dos Grandes Premios terminaron para Ascan en violentos despistes. El primero fue en la Argentina, en la curva del trazado porteño que desde entonces se conoce con su nombre. El segundo percance tuvo una característica tan especial que figura dentro de los hechos atipicos del medio siglo de Fórmula 1. Es que nunca en las múltiples ediciones del Gran Premio de Mónaco se vio a un auto proyectarse al mar, como en la 75" vuelta lo hizo el Lancia con el que Ascan punteaba la carrera. Los instantes de tensión que siguieron a tan dramática escena terminaron cuando de entre las aguas del Mediterráneo se vio emerger la figura de Ascan, quien sólo se quebró la nariz.Dicen que la muerte no suele tener apuro, porque nadie escapa a sus citas. Y la de Alberto Ascarí estaba fijada para el 26 de mayo de 1955, o sea cuatro días después de su terrible zambullida en el mar. Ascari puso su parte, ya que desoyendo los consejos médicos que recomendaron reposo absoluto por varias jornadas, se apareció en Monza para ver las pruebas que Eugenio Castelotti estaba realizando sobre un Ferrari Sport de tres litros. A la hora del almuerzo se la pidió prestada para dar unas vueltas. Extrañamente para quien creía en las cábalas y no usaba otra indumentaria que no fuera la propia, Ascan le pidió los guantes a Castelo, aunque salió sin casco y sin despojarse de la corbata con la que llegó al circuito. La primera pasada fue lenta, pero la segunda a mayor velocidad no la completó al despistarse y volcar. Murió casi instantáneamente y dejó el eterno misterio de las causas de un accidente inexplicable para alguien que conocía todos los secretos de Monza. Hubo versiones sobre una maniobra que hizo Ascari para esquivar a un obrero que en ese momento, creyendo que no había actividad, se cruzó en la pista. Las investigaciones oficiales no la confirmaron ni llegaron a ninguna conclusión. La muerte de Ascari conmocionó a Italia,. que lo tenía como su gran figura automovilística y la única que podía comprometer el reinado que por entonces ostentaba Juan Manuel Fangio.

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