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martes, 11 de mayo de 2010

El callejero más Famoso








Nos metemos en la historia del gran premio de Mónaco, una carrera que es sinónimo de Formula 1.















Si los grandes pilotos de rallies deben poseer la victoria del Rally de Montecarlo, los de Formula 1 deben haber ganado la prueba mas difícil y emblemática, el Gran Premio de Mónaco, donde cada curva es un trampa que no perdona el error. En Mónaco solo deberían ganar los grandes campeones. Pero, quizá porque Mónaco y Montecarlo son sinónimo de casino y ruleta, también ha habido sorpresas monumentales.



El Gran Premio de Mónaco nació casi por accidente. Fue una idea relámpago la que paso por la mente de Antony Noghes, en octubre de 1925, cuando los miembros de la Asociación Internacional de Automóviles Clubs Reconocidos, el órgano de gobierno de la Federación Internacional, manifestaron ciertas reticencias a la admisión como miembro de pleno derecho del Automóvil Club de Mónaco.



Una de las condiciones, la organización de un gran manifestación automovilística, no se cumplía, ya que sus miembros entendían que el Rallye de Montecarlo no era una prueba monegasca, sino europea. Noghes juro que organizarían una competición que seria la envidia de todos. A su vuelta a Mónaco pensó en una carrera de velocidad, recorrió a pie el posible circuito (prácticamente invariado en su esencia desde entonces) y pidió ayuda a Louis Chiron, uno de los mejores pilotos del momento, que no ceso de elogiar el trazado propuesto.



El 14 de abril de 1929, con Rudolf Caracciola y su potente Mercedes como favoritos, se dio la salida al primer Gran Premio de Mónaco. La victoria se la adjudico el enigmático William Grover, que acababa de recibir el más potente Bugatti 35 de la parrilla, con un motor de ocho cilindros en línea y 2,2 litros. Al año siguiente, la prueba se repitió y los pilotos comprobaron de forma clara las dificultades y la dureza de este trazado, solo seis de los 17 que salieron llegaron a la meta. Continúa…



Los grandes premios se sucedieron, y el prestigio no hizo sino ir en aumento gracias a duelos que pasaron a la posteridad, como el Varzi y Nuvolari en 1934, y sobre todo por la dureza de este circuito, repleto de trampas que cazan a los pilotos al más mínimo error. Los accidentes múltiples son prácticamente una constante en este trazado, el primero de ellos en 1936, cuando, en la segunda vuelta y a la entrada al puerto, colisionaron por una mancha de aceite Chiron, Rosmeyer, Farina y Von Brauchist.



En 1950, el primer campeonato del mundo, vio como Fangio se consagraba ganador del Gran Premio de Mónaco, consiguiendo una impresionante hazaña. Acabo con una vuelta de ventaja sobre el segundo, Ascari, dos, sobre Chiron, tres, sobre Raymond Sommer, y cinco, sobre el príncipe Bira. De hecho, Fangio se beneficio de ir en cabeza y poder superar en solitario el viraje del Bureau de Tabac, donde nueve coches quedaron destruidos: una ola inesperada había inundado la pista. Precisamente, el puerto es una característica especial de este circuito, el único gran premio donde un coche ha caído al agua, le ocurrió a Alberto Ascari en 1955. También estuvo a punto de repetirse en 1957, cuando los Ferrari de Hartwort y Collins quedaron prácticamente colgando en el muelle.




Un triunfador en el circuito de Mónaco fue sin duda Ayrton Senna, que conquisto seis victorias (1987, 1989, 1990, 1991, 1992 y 1993), cinco de ellas consecutivas, por cinco de Graham Hill (1963, 1964, 1965, 1967 y 1968) o cuatro de Alain Prost. Una anécdota curiosa es que, en este circuito de grandes campeones, los franceses Jean Pierre Beltoise y Oliver Panis han conseguido su unica victoria en Formula 1, en ambos casos, la lluvia fue un aliado inesperado.




El circuito de Mónaco es cruel y no perdona a nadie. Algunos grandes campeones lo saben. Michael Schumacher y Ayrton Senna tenían todos los premios ganados, dada la ventaja acumulada, y acabaron chocando contra una valla, quizá porque se relajaron en exceso. Pero la peor experiencia la vivió Jack Brabham, en 1970, cuando al abordar el ultimo viraje verdadero, el gancho de La Rascase, se salió recto, los frenos, que le venían dando problemas, fallaron y choco contra las balas de paja, prosiguió con el morro torcido y a baja velocidad, justo cuando el austriaco Jochen Rindt, autor de una espléndida remontada, le superaba a menos de 200 metros de la meta.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Germán olvidaste resaltar la remontada de Ayrton Senna en Mónaco, en mi opinión la mayor demostración de manejo en la historia de la Fórmula 1.

David Delio dijo...

Monaco es la escencia del gran circo pasan los años y se mantiene tan imponente y glamoroso como siempre, quizas la unica queja que tengo contra Monaco es que el poleman por lo general gana la carrera asi que si el poleman es un piloto que odias te jodio toda la carrera.

Haciendo hincapie en lo que decias del carro que cayo al agua, apuesto a que de aqui sacaron la inspiración para la pelicula Grand Prix del 67 que empieza en Monaco, se da un aparatoso accidente y el carro de Aaron cae el agua.

Por ahi voy a preparar en estos dias un post conmemorativo del 50 aniversario de Monaco.

Saludos.

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