La irreparable pérdida del joven Francois Cevert en Watkins Glen precipitó la retirada de su amigo inseparable, el gran Jackie Stewart...y dió inicio a una lenta agonia del poderoso equipo Tyrrel.
A día de hoy las causas del accidente de Cevert aún se desconocen. Una de las posibilidades que se barajan hacia referencia a su casco, el cual se ‘levantó’ dificultándole la visión hasta impactar contra las barreras –que en la zona de las eses se ‘encerraban’–. Por aquella zona, normalmente, se giraba entre 130 y 150 mph (millas por hora).
Continuando con Jackie Stewart: “estaba enfadado, muy enfadado. Una de mis lamentaciones era la de no haber permanecido allí con François. Creía que debería haberle sacado el casco, hacer algo. Aunque sólo fuera haber estado allí más tiempo. De esa jornada, lamento no haber hecho nada”.
Continuando con Jackie Stewart: “estaba enfadado, muy enfadado. Una de mis lamentaciones era la de no haber permanecido allí con François. Creía que debería haberle sacado el casco, hacer algo. Aunque sólo fuera haber estado allí más tiempo. De esa jornada, lamento no haber hecho nada”.
Los rumores se extendieron rápidamente hasta la zona de boxes. Es allí donde un sponsor del equipo Lotus, que estaba filmando un reportaje, consiguió grabar en su cámara las reacciones de los componentes del equipo. Aún hoy se pueden ver estas imágenes, las cuales muestran a un angustiado e inquieto Colin Chapman dialogando con Peter Warr: - “¿Who is it (Quién ha sido)?”, pregunta Chapman. - “Cevert”, es la respuesta de Warr. - “¿Is it bad (es grave)?”. - “Very bad (muy grave)”. Sólo, hablando para sí mismo, el genial Chapman exclama: “No! Bloody hell! Cevert”.
En el seno del Elf Team Tyrrell se vivió con mucha tensión el desarrollo de los acontecimientos. Jo Ramírez, por aquel entonces empleado del equipo, recuerda: “había un camión marchando del pit-lane que se dirigía hacia la zona del accidente. Justo al ir a subirme en él, Jody [Scheckter] –quien justo acababa de llegar– se dirigió a mí. “¡No, no vayas!”. Entonces me hundí; ya le había comprendido”.
Pocos segundos después Jackie Stewart llegó a pits. La gente ya sabía de antemano que el accidente había sido horrible. Muy posiblemente Amon ya hubiese contado al equipo que con toda probabilidad Cevert había fallecido. Ken Tyrrell, sin embargo, le preguntó a Jackie qué creía tras haberlo visto poco antes. “No creo que esté aún vivo”, le respondió el escocés. La réplica del jefe de equipo, no obstante, quería ser esperanzadora: “pero no me lo puedes decir con toda seguridad, ¿verdad?”. Ken se intentaba amarrar en sus propias palabras.
Minutos más tarde, la megafonía del circuito neoyorquino de Watkins Glen anunciaba el fallecimiento de François Cevert. Durante unos instantes, dada la perplejidad del público, el silencio reinó. Nadie se lo podía creer.
Aunque a día de hoy sea impensable, esa calificación no fue suspendida. Tras este lapsus con fatídico final, los motores volvieron a rugir. Los DFV de los Tyrrell no fueron una excepción. Stewart –a pesar de la negativa del equipo como medida de seguridad (pues pensaban que el origen del accidente de Cevert pudiera haberse debido a un fallo mecánico)– también salió a pista. La pole-position definitiva fue a parar a manos de Peterson; por su parte, Jackie y Amon se situaban en quinta y decimosegunda posiciones para la parrilla del domingo. Cabe reseñar que nadie pudo mejorar sus registros cosechados durante las prácticas matinales. El adiós de Cevert seguro que contribuyó en ello.
El sábado por la noche Ken Tyrrell se dirigió a dirección de carrera para presentar el forfait, la retirada de sus monoplazas, como señal de condolencia por la muerte de uno de sus pilotos.
Mientras el accidentado 006 fue llevado a un garaje del pueblo de Watkins Glen para ser analizado. Algunos responsables del equipo fueron los encargados de la revisión. Algunos de éstos fueron Roger Hill y Jo Ramírez. Éste último recuerda: “necesitábamos saber si algo había fallado en el coche que hubiese ocasionado el accidente. Jamás había visto nada igual. Los escombros... todo era horrible. Partes de François aún estaban allí. Psíquicamente no estaba bien. Acercarse a su habitación para recoger sus cosas también fue terrible. Se te rompía el corazón”.
La triste historia del equipo Tyrrell no termina aquí. Y es que desde hacía meses Jackie Stewart había decidido que ésta de 1973 sería su última temporada. El GP de Estados Unidos, al que llegaba con el título en el bolsillo, iba a ser su despedida... aunque sólo Ken conocía este decisión. Stewart cuenta: “recuerdo cuando llegué al hotel –el Glen Motor Inn– el sábado por la noche, tras todo lo acontecido. Fue entonces cuando le comuniqué a Helen [Stewart] que jamás volvería a correr. Ella no sabía nada. Entre los dos acordamos presentarnos igualmente el día siguiente en Watkins Glen como muestra de respeto hacia François (recordemos que ya sabía que no iba a disputar la carrera)”.
El domingo siete de octubre de 1973 se disputó el Gran Premio de los Estados Unidos, decimoquinta y última cita de la temporada. El equipo Tyrrell, sin embargo, lo miró desde la distancia. Mientras los demás preparaban los monoplazas, ellos iban recogiendo para hacer las maletas. La victoria final, aunque en este relato no resulte de mucho interés, terminó siendo para el poleman Peterson. Stewart, por su parte, vivía sus últimas horas de piloto. La afición, sin saber nada, no era consciente de ello.
El adiós de Cevert afectó altamente a todo el equipo Tyrrell. La suya, no obstante, no era la única pérdida. Durante la semana siguiente a la conclusión de la temporada, los medios de comunicación mezclaron tributos al francés con rumores, cada vez más insistentes, sobre la inmediata retirada del tricampeón del mundo Jackie Stewart.
El domingo catorce de octubre, en el Tower Hotel de Londres, el escocés anunció al mundo su retirada. Podía parecer una decisión precipitada producto del fallecimiento de su compañero ocho días antes, pero no fue así. La idea fue tomada en el mes de abril de forma irrevocable, fueran cuales fueran sus resultados.
Tiempo más tarde se supo que, mientras Stewart y Ken Tyrrell mantuvieron en secreto el adiós del primero, habían acordado que el heredero de su volante como primer piloto iba a ser aquel joven francés tan impetuoso. El sueño, sin embargo, jamás pudo cumplirse. El equipo, por su parte, jamás volvió a ser el mismo. Sus números desde entonces muestran una caída lenta pero constante. Su época dorada había terminado. Aquel fatídico GP de Estados Unidos de 1973 fue el principio del fin de Tyrrell.
1 comentarios:
Todavia los vi en los 90's aquellos monoplazas que llevaban el logo de Yamaha, otra escuderia que deberia de volver.
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