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viernes, 29 de enero de 2010

El adios a un Caballero


Homenaje para Stewart, Alegría para Carlos Reutemann, Adiós definitivo para Siffert.
Todo fue como un libreto absurdo, genial y grotesco. Alegre y triste. Ocurrió el 24/10/1971 en Brands Hatch, la prueba denominada "Carrera de la victoria" en homenaje al título logrado por Jackie Stewart ese año, terminó siendo la carrera de la tragedia, en la que Joseph Siffert nos dejó para siempre. Ese mismo día debutó en F1 como piloto oficial Brabham, el argentino Carlos Alberto Reutemann.

El suizo Joseph "Seppi" Siffert Saluda desde el medio del colorido enjambre de autos alineados para partir, debajo de su casco se puede adivinar una sonrisa, está comenzando a vivir el mayor sueño de toda su vida y sin embargo su serenidad es asombrosa. En breves instantes, embutido en el Brabham Ford BT 33 azul verdoso saldrá catapultado hacia delante, como un simple sonido más dentro de esa lujuria de motores que ya comienzan a bramar.
Sin embargo, esa sonrisa inicial que acompañó al generalmente adusto rostro del santafecino Carlos Reutemann, se borraría cuando en la vuelta 15 un auto blanco se elevaba envuelto en llamas llenando de estupor a todo Brands Hatch, y al mundo entero. Dentro de él Joseph "Seppi" Siffert.

En ese momento quedó plasmada otra de las discutidas facetas de este deporte que algunas veces resulta tan sublime y otras tan crueles. Porque para Reutemann, el día domingo 24 de octubre fue el más importante de su vida, para "Seppi" fue el día final, extraña paradoja... En las pruebas de clasificación Reutemann ya había demostrado sus condiciones. Allí, el sábado solo pudo cumplimentar la primera sesión de entrenamientos, pues luego al cambiar relaciones de caja y reglajes de suspensión, su auto no estuvo terminado para la segunda sesión, por lo cual su noveno tiempo de clasificación resultó más que valorable.
El domingo otra vez su método, su manejo fino, sus maniobras calculadas, aunque... ¡cuidado con las confusiones!, también demostró un temperamento respetable.

En carrera siguió el ritmo de Jackie Oliver, cuando estaba dispuesto a superar al británico este desertó, se unió en tándem con Graham Hill quien en ese momento marchaba octavo, detrás de Gethin, Fittipaldi, Stewart, Siffert, Schenken, Surtees y Cevert, ambos poco a poco se acercaban al francés, luego sucedió lo de Siffert, pero el sueño había dejado de ser tal.

Peter Gethin ganó la carrera Había estado allí entre los mejores del mundo, el primer paso estaba dado, había demostrado sus condiciones y además se podría aplicar el "misión cumplida" para el equipo del Automóvil Club Argentino. Un argentino estaba en la Fórmula 1. De la carrera en sí podemos decir que un notable Peter Gethin, compañero de "Seppi" en el equipo BRM, hizo la punta desde el comienzo seguido por Fittipaldi y Stewart, a pesar de lo corta que resultó (se suspendió luego del accidente) se vislumbraba que el BRM era inalcanzable, solo Emerson Fittipaldi podía seguirle más o menos el ritmo ya que Jackie, a pesar de sus esfuerzos no lograba impedir que el BRM se alejara, no obstante el escocés ponía en su trabajo toda su sapiencia.

En la curva en subida que da a una pequeña recta que lleva a la parte oculta del circuito (donde ocurrió el accidente de "Seppi"), el Tyrrell evidenciaba que el piloto lo llevaba al límite levantando la rueda trasera izquierda en acción realmente espectacular y que se repetía vuelta tras vuelta. Así, de esta forma que obviamente nadie deseaba, Peter Gethin obtuvo su segunda victoria en F1.

Cuando a mediados de año Alfred Owen, presidente de BRM, lloró a uno de sus pilotos más apreciados, el querido y recordado Pedro Rodríguez, quien cayó para siempre en el circuito de Norisring, Alemania, nunca imaginó que poco tiempo después vería como el blanco BRM de Joseph Siffert se estrellaba sin control contra el muro de contención, para estallar en llamas, causando la muerte instantánea de su piloto.

Siffert, ganador en Austria del '71 "Seppi" era de aquellos pilotos que nutrió su personalidad con la bohemia y romanticismo propio de los pilotos antiguos, ya que él era un representante de aquella generación de pilotos que ganaron los escaños de la F1 a principios de la década de los sesenta. Una generación que lamentablemente se fue truncando, tal como ocurriera a fines de los años cincuenta, cuando en una terrible racha de accidentes las principales figuras de aquel entonces hallaron la muerte en aras de la pasión automovilística.

El nombre de Siffert se suma así a los de Bandini, McLaren, Courage, Spence, Clark, Rindt, Giunti, Rodríguez, indiscutidas figuras que siguieron el mismo camino. Su fuerte sin duda fueron los automóviles sport, allí comenzó a destacarse en 1968, cuando logró triunfar en tres carreras puntables por el campeonato mundial de marcas corriendo para Porsche, su nombre siempre estuvo ligado a la marca alemana.

Rodríguez y Siffert en SP En 1969 batió el récord de carreras ganadas en SP, seis carreras puntables. En F1 en cambio no todo salió bien para el suizo. Comenzó en 1962 y logró cinco satisfacciones: los Grandes Premios del Mediterráneo de 1964 y 1965, el Gran Premio de Siracusa de 1963, el Gran Premio de Gran Bretaña de 1968 y Austria en 1971, solo estos dos últimos puntables.
Curiosamente 1971 había sido su mejor año, finalizó quinto en el campeonato mundial de pilotos. Su BRM 3.0 V12, era realmente temible en los circuitos de corte veloz.
El Lotus de la temporada '69 La fama y el nombre que había adquirido contrastaban abiertamente con sus duros comienzos, cuando allá por 1960 deambulaba de circuito en circuito sobre un modesto Fórmula 3 de su propiedad tratando de abrirse camino en el difícil mundillo europeo. Recién en 1962 pudo comprar un F1 y tras formar su equipo particular comenzó a incursionar en la categoría con suerte dispar.

Siempre se caracterizó por correr en forma particular, pero hacia fines de los '60, sus virtudes comenzaron a cotizarse y el profesionalismo llegó a su vida. Piloto oficial Porsche en Sport y BRM en F1, formando equipo en ambos casos y curiosamente con el mexicano Pedro Rodríguez. Lamentablemente el 24 de octubre de 1971 y a los 35 años de edad el destino decidió que abandonara la vida terrenal, quizás porque su compañero Pedro lo esperaba en el cielo para seguir acelerando juntos.

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