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lunes, 10 de agosto de 2009

GP de Argentina 1996


"La bandera a cuadros recibe al Williams Renault de Damon Hill que, por segunda vez consecutiva, se impuso en la "era moderna" del Gran Premio Argentino"
revista Corsa nº1549 - Abril 96
La temporada 1996 y esta nueva era de la F1 en la Argentina no conocen a otro ganador que no sea Damon Hill.
Dominador del principio al final, el inglés dió en el GP de la Argentina el zarpazo necesario para poner gran distancia en un campeonato en el que mucho tendrían que cambiar las cosas para que el título se le escape al inglés. Uno de los ídolos de la tribuna, Jacques Villeneuve, logró una segunda plaza merced a gran esfuerzo y a la ayuda del "Safety Car", que intervino después de las dos circunstancias más dramáticas de la carrera argentina: el vuelco de Badoer y el espectacular incendio del Ligier de Pedro Diniz.
El podio lo completó Jean Alesi, que logró su segundo podio consecutivo, un resultado que sin embargo, supo a poco tanto al francés como al equipo Benetton.
Parece indudable que este es el año de Hill. Si el año pasado sufrió con la superioridad de Schumacher, en 1996 “tiene tomados los datos” de las desventuras del pasado. Y si en Melbourne, primera cita de la temporada, su triunfo fue desdibujado por el brillante desempeño de Villeneuve, al cabo de dos carreras ha dado vuelta la situación de una manera aplastante. Hill sabía de sobra que este GP de la Argentina era crucial para él, que significaba muchísimo dentro de eso que llamamos "derribo moral" de los rivales. Por eso Schumacher, un enemigo de antaño hoy en día en inferioridad de condiciones técnicas, se afanó durante todo el fin de semana por estar a la altura del inglés, exhibiendo un pilotaje de antología en una pista muy difícil. Lamentablemente para el alemán, su sueño y el de muchos ferraristas que se dieron cita en el Autódromo, se vio truncado en la vuelta 46 cuando debió detenerse definitivamente a causa de unas molestas vibraciones causadas, según palabras de Schumacher, por el impacto de un trozo, al parecer, del auto de Marques: "... Vi venir un trozo de material negro hacia mí, y llegué a inclinar la cabeza porque pensaba que iba a impactar en mi casco. Unas vueltas más tarde empecé a notar que algo no iba bien y, al final, el ala cedió...". Pero hubo mucho más. Los que acudieron al Autódromo en busca de emociones fuertes, sabían que un paseo de Hill entraba en los planes del día; de todos modos, como anestesia general de la carrera, la aparición del Safety Car en esa vuelta 27 en la cual Luca Badoer terminó con su Forti dado vuelta a raiz de un toque con Katayama, y el posterior (y espectacular) incendio del Ligier de Pedro Diniz, otorgaron a nuestro Gran Premio el derecho a una emoción que estaba en peligro, al menos en lo que tenía que ver con la lucha por la primera posición. Como consecuencia de la aparición del auto de seguridad, aquellos que se habían visto relegados y distanciados por un Hill que comenzaba a alejarse paulatinamente, tuvieron una segunda oportunidad, siendo quizá el más beneficiado su compañero Villeneuve, que había tenido una mala largada perdiendo valiosos puestos, y también Irvine, que estuvo en todo el fin de semana, tal cual en Interlagos, sin terminar de encontrarle la vuelta a una F310 con graves problemas al abordar las curvas lentas (que en el Nro 6 del Autódromo son muchas...) y, aunque logró arañar un quinto lugar, no es ese, sin ningún lugar a dudas, un resultado que haya colmado las expectativas que Ferrari tenía para esta carrera.
Al ser el número 6 un circuito ya transitado por la F.1, la actividad comenzó este año el viernes en el Autódromo. Y tal cual había comenzado este 1996, la única gran incógnita era saber cuál seguía siendo el grado de superioridad de los Williams. Pero también lo era saber si Hill seguía al frente, y así lo confirmó con su segunda “pole” del año a pesar de todos esos talentos emergentes que empiezan a dibujar claramente el horizonte de una nueva F.1, entre los cuales está su compañero Jacques Villeneuve. El canadiense, que se encontró por segunda vez en el año con una pista desconocida sólo para él, volvió a utilizar al día viernes para “dialogar" mejor con un trazado que lo recibió en la atención de multitudes. Allí estaban dos generaciones que habían visto las piruetas que su padre grabó en nuestra memoria, y el público argentino, nostálgico donde los haya, no sólo aplaudía a Jacques sino también a aquél que nos abandonó justo cuando la F.1 se despedía de nuestro país por muchos años. Se ubicó duodécimo al cabo de ese primer día, y el sábado se situó tercero, al mismo tiempo que Hill se adueñaba del mejor tiempo a sólo un minuto del final de la segunda de las sesiones en un día que tuvo como gran protagonista a Michael Schumacher. El actual campeón mundial dejó constancia de las ganas que le está poniendo a su trabajo de desarrollo de un auto, pero, más que nada, todos pudieron observar cómo Schumacher estaba en todo momento por encima de los límites que la F310 le permitía. Un par de excursiones por el pasto certificaron ello pero, a pesar de todo, el alemán tenía confianza para el sábado: "He ido como esperaba porque sabía que esta pista se adapta bien a las características de nuestro auto. De todos modos, creo que los Williams han salido siempre con mucha nafta encima y mañana será difícil conseguir formar con Hill, por primera vez en el año y como tantas otras veces en el pasado, la primera línea de largada."
Pero los problemas con el estado del asfalto en dos zonas del circuito (comentados aparte) también se llevaron el protagonismo. El trazado, que, aparte del polémico tema de los saltos, mostró estar excesivamente resbaladizo, motivó una gran cantidad de fueras de pista, casi imposibles de enumerar. Fueron muy pocos los pilotos que se salvaron del “pastoreo”, pero allí se vio a quienes, como Schumacher, saben llevar con el acelerador y el volante mejor que nadie a un F.1 de hoy. Extraño momento, en cambio, parece estar pasando Irvine. Siempre muy lejos del alemán, el irlandés volvió a quejarse de la falta de “grip” de su auto, aunque no se lo explicaba ya que utilizó los mismos reglajes de Schumacher, por más que se debe reconocer que el irlandés se encontró con mucho “tráfico” en la pista. Junto con aquellos dos, Villeneuve, tercero a la postre, completaba los únicos pilotos en bajar del 1m31s.
Confirmando su progresión constante quedaron detrás los dos Benetton, con Alesi cuarto y Berger quinto. El francés, que debió usar el muletto el sábado por una leve salida de pista, consideró que no estaba mal lo conseguido: “Es una buena posición para largar", afirmó. El brasileño Rubens Barrichello, gran protagonista en Brasil, no pudo estar a la altura de lo que se esperaba de él (ni siquiera, él mismo): “Estoy desilusionado por este sexto lugar...”. Denunciaba una excesiva sobrevirancia de su Jordan que lo puso en dificultades al ingreso de las curvas, aunque peor lo pasó Brundle, que tuvo un fuera de pista en la sesión definitiva y que, junto a los inconvenientes derivados de los problemas de puesta a punto que sufrió durante todo el fin de semana, sólo pudo ser undécimo, dándose el curioso caso de que ambos no pudieron mejorar sus tiempos de la mañana del sábado en la sesión definitiva de la tarde, motivado ello en gran medida por el viento que soplaba fuertemente en el “Oscar Alfredo Gálvez”, otra cosa de la que se quejó Barrichello y que, según el brasileño, al ser a favor lo desacomodaba a su ingreso en algunos virajes. De todos modos, como se sabe, el viento estaba para todos...
Otra de las sorpresas que ha traído la F.1 este año, y que viene confirmándose carrera tras carrera, son las buenas performances de Verstappen. El holandés, séptimo con su modesto Footwork-Hart, pudo haber quedado, incluso, más adelante, de no haber sido porque se le quedó trabada la caja de cambios en momentos en que iba a intentar otra vuelta rápida. Desconcertantes, en cambio, fueron los argumentos de McLaren para justificar el séptimo y el octavo puestos en la grilla: sufrían demasiados problemas en las curvas veloces. Menos mal que no estaban en Hockenheim...
Por detrás, Marques (el primero en salir a clasificar el sábado) estaba exultante con su puesto 14 y los Forti lograban entrar, cada vez con menos inconvenientes, dentro del 107%, signo inequívoco de que el motor Zetec que utilizan este año empieza a dar resultados.
Si bien Hill debió resignar esa pequeña brecha lograda entre él y el resto (llevaba poco más de 10 segundos cuando sobrevino la aparición de “Safety Car”), Schumacher no llegó nunca a inquietarlo en esa “segunda parte” del Gran Premio. El inglés, que giraba en tiempos de clasificación ya en la vuelta 15, no perdió el liderazgo en ninguna de sus dos detenciones, pese a que no podía escuchar por radio las indicaciones desde boxes a raíz de un problema técnico....”No sólo eso fue lo que me perjudicó en el desarrollo de la carrera: también sufrí problemas intestinales...”. Menos mal, nos salvamos de que pudiese haber sido más contundente.
La estrategia de Schumacher, que salió con poca nafta en su tanque con el propósito aparente de aprovechar las primeras vueltas e intentar capturar la punta para establecer alguna diferencia, quedó clara a partir de su primera detención. Allí el alemán, que fue el primero de los aspirantes a la punta en hacer un pit-stop (vuelta 21), descubrió su secreto. Tenía previsto detenerse en tres ocasiones, pero la salida del Safety Car cambió los planes del alemán, que modificó la táctica vía radio, y así, mientras seguía los trazos del nuevo plan, sobrevino su abandono...
Afortunada carrera, en cambio, la de Villeneuve, partiendo bastante mal (“el embrague patinó demasiado cuando las ruedas ya estaban girando...”) para encontrarse en medio de un pelotón en el que pudo ir recuperando posiciones a base de constancia. Una regularidad, es cierto, que no mantuvo en la última parte de la carrera cuando sus tiempos variaban de manera llamativa. Si la suerte lo traicionó en Australia, en la Argentina puede considerar que le ha sonreído ya que fue simplemente la parte que completó ese uno-dos de Williams también merced al abandono, terminó al costado de la pista faltando 15 giros para el final. Los Benetton, que han vuelto a dar otro paso adelante, se mantuvieron en situación expectante durante todo el GP. La mala fortuna de Berger (“una gran desilusión; podría haber ganado...”) y una vez más, un error de Alesi (se le paró el motor en su segundo pit-stop) hicieron que el equipo de Briatore, el más sólido si consideramos a los dos pilotos, se llevara sólo un deslucido tercer puesto cuando estaban con posibilidades de ir a más. Bastaba ver las caras del team al término de la prueba. Como afirmaba Joan Viladelprat, “da mucha bronca llevarte sólo ese resultado cuando contás con dos autos en condiciones' de ganar”.
La palabra victoria fue otro de los términos que se llegó a pronunciar en el equipo Jordan; eso sí, antes del sábado. El abandono de Brundle (fue tocado por Marques y debió dejar la carrera) y los problemas de Barrichello, que sorprendentemente sólo paró una vez, por decisión propia en contra de las opiniones de los técnicos y de la del mismo Eddie Jordan... Rubinho no pudo hacer más con un auto que promete y que, según voces del equipo, tiene todavía una gran posibilidad de desarrollo. Coulthard pudo hacer un buen parcial, ubicándose cuarto sobre mitad de carrera, pero al final debió resignar posiciones cuando estaba haciendo el mejor papel del año, terminando en una descolorida séptima plaza. Aun-que, al menos, completó por primera vez un GP con McLaren. Su compañero Mika Hakkinen se vio obligado a salir con el muletto y a abandonar con irreparables pérdidas de agua en la vuelta 20. Pero lo más destacado y quizá la más linda confirmación de este GP de la Argentina, fue esa sexta plaza de Verstappen. Ya había mostrado su garra en Brasil, pero aquí pudo al final conseguir premio. Y si después de Brasil hablábamos de la posibilidad de que Hill sepa y haya aprendido sobre la importancia de saber aprovechar estos momentos favorables, aquí está la respuesta más contundente.
Argentina, si bien no puede jactarse de haber tenido una carrera extraordinaria, podrá decir con toda seguridad que alguna vez -así como vimos afirmar e inaugurar trayectorias brillantes dentro del Autódromo en épocas cada vez más lejanas-, allá por el “lejano” abril del ‘96, un tal Hill empezó a sellar los pasajes hacia el título mundial.

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