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jueves, 23 de julio de 2009

Riccardo Patrese


Fue tratado como uno de los pilotos más arriesgados de la Fórmula 1. Alguien muy rápido desde que su juventud irrumpió sobre un débil Shadow. Velozmente se ganó también el sobrenombre de Niño Terrible.
Varias veces estuvo en accidentes graves, como el que le costara la vida a Ronnie Peterson, una culpa que lo hirió y jamás cicatrizó en su vida. Pero curiosamente Riccardo Patrese no debió interrumpir ninguna de sus 17 temporadas dentro de la máxima categoría. No tuvo golpes serios que le hicieran ver las carreras desde un hospital. Su calidad, igualmente, no alcanzó para demostrar poseer el arquetipo de primer piloto que necesita una escudería, por eso el italiano de melena larga y a veces enrulada se fue ganando un lugar como escudero del líder de una escuadra. Eso si, fue uno de los mejores laderos. Los años pasaron y Patrese siempre estaba entre las inscripciones. Eso lo llevó a intervenir en 256 competencias de Fórnnula 1, un récord que solo seria superado por Rubens Barrichelo. Riccardo Patrese nació el 17 de abril de 1954, en un barrio de la ciudad de Padova. Desde chico comenzo su amor por los autos de carrera. Pero arrancó por el karting, que ya comenzaba a ser un paso obligado para cualquiera que soñara con crecer detrás de un volante. Cuando tenía 20 años fue por su primer trofeo: el Mundial de karting. Venía con la corona de campeón italiano de la especialidad en el 72. Por eso era uno de los favoritos. Patrese ganó el torneo internacional y su próximo paso serían los monopostos. Recién tenía 21 años. Sorprendió consagrándose subcampeón de la Fórmula Italia. La sombra había sido su compatriota Bruno Giacomelli, un muchacho nacido casi dos años antes que Riccardo en Brescia y que llegaría a la F-1 más tarde que su rival. Dos historias muy diferentes, ya que Giacomelli se retiró en 1983 y volvió en 1990, sin poder superar siquiera la preclasificación con el equipo Life. Patrese se pasó entonces en 1976 a la F-3. Venció en el torneo en la península y debió trabajar duro también para atrapar el europeo de la especialidad, donde se encontró con otro rival fuerte, Conny Anderson, un sueco que luego correría un solo GP de F-1. El próximo paso era la F-2 Internacional, pero allí estuvo apenas de paso, con Chevron. Renzo Zorzi, otro italiano de los tantos que probaban suerte en la F-1, había llegado de la mano de Francesco Ambrosio. Cuando el piloto se peleó con el empresario, decidió no continuar seguir en Shadow. Patrese fue llamado para reemplazarlo. El noveno puesto que obtuvo en su debut en Mónaco (partió 15°), le regalaría un lugar en la F-1 por un buen tiempo.En el último Gran Premio del 77, Riccardo logró un sexto puesto, pero ya tenía asegurada una butaca en Arrows para el año siguiente. El campeonato arrancó muy bien. En el Gran Premio sudafricano, tras partir séptimo entre 30 autos, el italiano pasó al frente y lideró la carrera por varias vueltas, hasta que el Cosworth explotó. Con el segundo puesto conseguido en Suecia y los 11 puntos al final del campeonato, Patrese no pudo escapar de una temporada en la cual se apellido quedó manchado. En la carrera de Italia, penúltima fecha, el piloto de Padova fue encontrado como el principal responsable de la muerte de Ronnie Peterson, quien falleció a raíz de las heridas recibidas en sus piernas en un múltiple accidente que se produjo en la largada.Los antecedentes de Patrese no lo ayudaban para defenderse de la acusación. Ese año había sido gran protagonista de los incidentes en la largadas de las pruebas de Bélgica y Holanda, tocándose con Pironí. En Suecia su segundo puesto tampoco había sido demasiado limpio. El piloto de Arrows zigzagueó en todas las rectas para que no lo superara Peterson. El sueco se rehusó a darle la mano en el podio y luego lo acusó de correr irresponsablemente "como si estuviera sobre un auto de F-3". Por eso, Riccardo tenía el futuro complicado. El video del golpe en Monza lo mostraba superando máquinas casi por fuera de la recta y luego intentando cerrarse bruscamente cuando venían los otros autos. Así tocó a James Hunt y comenzó la carambola que terminó con la vida de Peterson y gravísimas heridas para Vittorio Brambilla. En la siguiente competencia, en Watkins Glen, al italiano no le aceptaron la inscripción ni con una apelación judicial. "Creo que llegó mi oportunidad", dijo a comienzos de 1981. El accidente ya estaba más lejos. Arrows había perdido el patrocinio de la cerveza Warsteiner, sponsor que estuvo con el equipo en 1979 y 1980. En esos años Patrese había cosechado buenos resultados parciales, pero la victoria se le negaba. En el 81 arrancó muy fuerte en Estados Unidos. Iba ganando sobre los dos Williams, pero la presión de nafta le hizo abandonar. Siguió con el tercer puesto en Brasil y el segundo en San Marino. Pero otra vez apareció la racha negativa. No volvería a sumar puntos hasta la carrera de Long Beach de 1982, año en que llegó el primer y ansiado triunfo, ya sobre un BT49D del equipo Brabham. Fue justamente en las calles de Mónaco, en una prueba extraña. Porque Prost iba primero y fue encerrado por el rezagado Piquet. Y porque Patrese hizo un trompo en la última vuelta, pero los tres autos que venían detrás tuvieron problemas. Así el italiano se recuperó y cruzó la meta, sacándoles una vuelta a sus escoltas.En Kyalami, en 1983, Patrese selló su segundo éxito. Luego debería esperar casi siete temporadas para repetir el festejo. Sus servicios se los repartirían entre Brabham y Benetton, hasta que en la última carrera del 87 fue contratado por Williams, donde encontró a Patrick Head, una de las personas con las que mejor se entendió. El equipo de Frank lo tomó en 1988 para hacer la temporada completa, algo que se repetiría hasta 1992. Pero sus compañeros de escuadra opacaron el talento del italiano. Justamente en el 88 tuvo al lado a Nigel Mansell, que consiguió toda la atención de la casa Williams. Entre 1989 y 1990, Riccardo dispuso de la última posibilidad para demostrar que podía llevar al frente a una escudería. Tenía como coequiper a Thierry Boutsen, alguien que estaba a la misma altura. Pero la explosiva y arrasadora dupla de McLaren, formada por Senna y Prost, apabulló al resto. Patrese, al menos, fue tercero en el 89. Desde el 91 todo volvió a ser como era antes. Con Mansell catapultado por Williams a pelear por la corona, Patrese debió conformarse con ayudarlo. En 1992, año en que logró el sexto y último triunfo en la Fórmula 1, protagonizó un aparatoso roce con Gerhard Berger en plena recta principal de Estoril. Su FW14B pasó por encima del paredón de boxes y volvió a caer en el asfalto. No hubo heridos. En 1993 aceptó un suculento contrato de Benetton, pero nuevamente estaría a la sombra de otro hombre: Michael Schumacher. Cansado de hacer el papel de parteneire, Patrese se concentró en las ofertas que provenían de categorías de turismo y decidió ponerle punto final a su estadía en la F-1, a pesar de que varios equipos lo tentaron para ocupar sus butacas. Sin dudas, su experiencia no era para desperdiciar.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

http://ricardo-patrese.elbruto.es

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