Fue considera la epopeya automovilística más importante de su tiempo y, posiblemente, de la historia del deporte a motor. Significó, también, el origen de las carreras de autos en Venezuela.
Luego de más de casi 10 mil kilómetros de caminos recorridos desde Buenos Aires a Caracas, un 8 de noviembre de 1948 entraban a la capital venezolana los héroes del volante que durante casi tres semanas acapararon la imaginación del público a través de las crónicas de prensa y las transmisiones de radio en el hemisferio sur de nuestro continente.
Las historias y leyendas que se generaron en el primer y único Gran Premio de América del Sur han servido para que todavía hoy, seis décadas después, sigan rememorándose relatos y anécdotas, entre las que sobresalen la victoria del argentino Domingo "Toscanito" Marimón al aprovechar la descalificación de su compatriota Oscar Galvez, quien por ayudar a su hermano Juan en la décimo cuarta y última etapa, fundió el motor de su máquina, por lo que tuvo que ser remolcado desde Tejerías hasta llegar a la meta ubicada en la avenida San Martín del oeste caraqueño (si bien entonces, lo que en la actualidad conocemos como el este estaba prácticamente deshabitada), donde una impresionante multitud aguardaba a los 44 sobrevivientes de los 138 que arrancaron.
Hablamos de una Venezuela que estaba gobernada por el novelista y político Rómulo Gallegos, el primer presidente del siglo XX electo por la vía del voto popular, aunque su mandato que había comenzado en febrero de 1948, culminaría abruptamente dos semanas después del arribo de la citada competencia automovilística, cuando el 24 de noviembre su ministro de la defensa, Carlos Delgado Chalbaud, encabezó un golpe de estado junto a otros militares, entre ellos, Marcos Pérez Jiménez.
De vuelta con la Buenos Aires-Caracas, para Venezuela la trascendencia de la maratón mecánica de 1948 radicó en el hecho de haber sido la primera carrera de autos oficialmente registrada en nuestro país. Pero si nos ajustamos a la rigurosidad estadística, fue el domingo 7 de noviembre cuando los primeros coches ingresaron a territorio nacional al completar la penúltima etapa, la número 13, disputada entre la fronteriza población colombiana de Cúcuta y Valera, estado Trujillo, tortuosa ruta andina de 489 kilómetros que tuvo como vencedor a Oscar Alfredo Gálvez en un Ford con un tiempo de 8 horas, 24 minutos con 51 segundos, a un promedio de 57,5 kms/h.
En realidad, este bautizo debió haberse producido en 1941, año en el que estuvo pautado el I Gran Premio de América del Sur, tiempos en los que expresamente se fundó el Touring y Automóvil Club de Venezuela para que sirviera de ente rector vinculado con las demás organización internacionales, pero el conflicto bélico entre Perú y Ecuador obligó a cancelar la prueba, seguido de los oscuros años de recesión producto de la Segunda Guerra Mundial.
Y aunque resulte difícil entender el por qué una nación pujante como Venezuela fuera una de las últimas del continente en iniciarse en las pruebas de velocidad cuando en algunos medios impresos de mediados de los años veinte ya se hablaba de organizar una primera carrera en el país, la explosión de adrenalina que despertó la llegada de los ases argentinos y sus poderosas máquinas permitió un crecimiento deportivo asombroso, impulsado por el entusiasmo del criollo que se amalgamó de manera perfecta con la experiencia de miles de inmigrantes provenientes de Europa, los que se fusionaron para llevar al automovilismo deportivo a niveles de popularidad insospechados.
Las historias y leyendas que se generaron en el primer y único Gran Premio de América del Sur han servido para que todavía hoy, seis décadas después, sigan rememorándose relatos y anécdotas, entre las que sobresalen la victoria del argentino Domingo "Toscanito" Marimón al aprovechar la descalificación de su compatriota Oscar Galvez, quien por ayudar a su hermano Juan en la décimo cuarta y última etapa, fundió el motor de su máquina, por lo que tuvo que ser remolcado desde Tejerías hasta llegar a la meta ubicada en la avenida San Martín del oeste caraqueño (si bien entonces, lo que en la actualidad conocemos como el este estaba prácticamente deshabitada), donde una impresionante multitud aguardaba a los 44 sobrevivientes de los 138 que arrancaron.
Hablamos de una Venezuela que estaba gobernada por el novelista y político Rómulo Gallegos, el primer presidente del siglo XX electo por la vía del voto popular, aunque su mandato que había comenzado en febrero de 1948, culminaría abruptamente dos semanas después del arribo de la citada competencia automovilística, cuando el 24 de noviembre su ministro de la defensa, Carlos Delgado Chalbaud, encabezó un golpe de estado junto a otros militares, entre ellos, Marcos Pérez Jiménez.
De vuelta con la Buenos Aires-Caracas, para Venezuela la trascendencia de la maratón mecánica de 1948 radicó en el hecho de haber sido la primera carrera de autos oficialmente registrada en nuestro país. Pero si nos ajustamos a la rigurosidad estadística, fue el domingo 7 de noviembre cuando los primeros coches ingresaron a territorio nacional al completar la penúltima etapa, la número 13, disputada entre la fronteriza población colombiana de Cúcuta y Valera, estado Trujillo, tortuosa ruta andina de 489 kilómetros que tuvo como vencedor a Oscar Alfredo Gálvez en un Ford con un tiempo de 8 horas, 24 minutos con 51 segundos, a un promedio de 57,5 kms/h.
En realidad, este bautizo debió haberse producido en 1941, año en el que estuvo pautado el I Gran Premio de América del Sur, tiempos en los que expresamente se fundó el Touring y Automóvil Club de Venezuela para que sirviera de ente rector vinculado con las demás organización internacionales, pero el conflicto bélico entre Perú y Ecuador obligó a cancelar la prueba, seguido de los oscuros años de recesión producto de la Segunda Guerra Mundial.
Y aunque resulte difícil entender el por qué una nación pujante como Venezuela fuera una de las últimas del continente en iniciarse en las pruebas de velocidad cuando en algunos medios impresos de mediados de los años veinte ya se hablaba de organizar una primera carrera en el país, la explosión de adrenalina que despertó la llegada de los ases argentinos y sus poderosas máquinas permitió un crecimiento deportivo asombroso, impulsado por el entusiasmo del criollo que se amalgamó de manera perfecta con la experiencia de miles de inmigrantes provenientes de Europa, los que se fusionaron para llevar al automovilismo deportivo a niveles de popularidad insospechados.
Otro hecho que debe recordarse del I GP de América del Sur fue la participación de dos equipos venezolanos de los tres que originalmente fueron inscritos. Luego de acumular 157 horas, 42 minutos con 8 segundos, recibía la bandera a cuadros el ítalo-venezolano Rafael Staccioli y su copiloto Zappacosta, quienes cruzaron la meta acumulado de las 14 etapas en el puesto 38, a 39 horas, 4 minutos, 51 segundos y 4/5 del primer lugar.
A partir de 1949 en el país comenzaría una verdadera fiebre y pronto daría inicio a grandes carreras de ruta como el Gran Premio Rafael Urdaneta que unió Maracaibo con Caracas, la Vuelta a Aragua, la Vuelta a la Laguna en Valencia, la escalada por la carretera vieja La Guaira-Caracas conocida como la subida de Pedro García así como la de El Junquito, mientras a nivel internacional, los drivers (así se les conocía) venezolanos dominaron en la Gran Colombiana que unió Quito-Bogotá-Caracas, además de participar asiduamente en la Carrera Panamericana realizada en México.
Los nombres de pioneros como Ramón López, Attilio Cagnasso, Marcelo "Tarzán" Hernández, Marcelo Barráez, Ali Rashid, Ángel Landino Morán, Magín Pastor Suárez, Joao Rezende Dos Santos o del popular narrador deportivo Francisco José Cróquer, mejor conocido como Pancho Pepe, entre muchos otros, capturaron la imaginación de los fanáticos al nuevo deporte del vértigo y la gasolina, mientras marcas norteamericanas como Studebaker, Oldsmobile, Buick, Ford, Mercury, Chevrolet o Hudson dominaron en ese génesis llanero antes del arribo de los primeros fabricados europeos.
Un dato político que no debe pasar desapercibido en la cronología de los albores de las competencias en Venezuela: el coronel Marcos Pérez Jiménez, sucesor en el poder de Carlos Delgado Chalbaud (asesinado en 1950), era un verdadero amante de los vehículos potentes y la velocidad y bajo su mandato se crearon las condiciones ideales para el desarrollo del deporte a motor, hecho que como lo fomentara en Argentina Juan Domingo Perón, supuso grandes beneficios de imagen como nación de vanguardia y desarrollo que entonces buscó proyectar.
Pasaría poco más de un lustro, exactamente en 1955, para que Venezuela disfrutase de una prueba internacional de autos deportivos, evento disputado en las inmediaciones de la flamante avenida de Los Precursores - que luego cedió el nombre a Los Próceres - que atrajo a lo más selecto del automovilismo deportivo mundial, con el argentino Juan Manuel Fangio a la cabeza, entonces triple campeón de Fórmula 1, quien, por azares del destino, estuvo a punto a punto de perder la vida en aquella Buenos Aires-Caracas de 1948 al sufrir un violento despiste al norte del Perú, accidente en el que se mató su compañero Daniel Urrutia.
Transcurrida exactamente una década desde aquel 8 de noviembre de 1948 y el arribo de la Buenos Aires - Caracas, cuando se disputó lo que entonces se conoció como el IV Gran Premio de Venezuela, edición de 1958 que a diferencia de los tres anteriores que se escenificaron en el circuito urbano de la capital, se disputó en rutas abiertas al unirse la zuliana población de Palmarejo con Caracas y que tuvo como vencedor al francés Jean Behra en un Ferrari GT, con un tiempo total acumulado, atención: ¡de 4 horas y media!.
A partir de 1949 en el país comenzaría una verdadera fiebre y pronto daría inicio a grandes carreras de ruta como el Gran Premio Rafael Urdaneta que unió Maracaibo con Caracas, la Vuelta a Aragua, la Vuelta a la Laguna en Valencia, la escalada por la carretera vieja La Guaira-Caracas conocida como la subida de Pedro García así como la de El Junquito, mientras a nivel internacional, los drivers (así se les conocía) venezolanos dominaron en la Gran Colombiana que unió Quito-Bogotá-Caracas, además de participar asiduamente en la Carrera Panamericana realizada en México.
Los nombres de pioneros como Ramón López, Attilio Cagnasso, Marcelo "Tarzán" Hernández, Marcelo Barráez, Ali Rashid, Ángel Landino Morán, Magín Pastor Suárez, Joao Rezende Dos Santos o del popular narrador deportivo Francisco José Cróquer, mejor conocido como Pancho Pepe, entre muchos otros, capturaron la imaginación de los fanáticos al nuevo deporte del vértigo y la gasolina, mientras marcas norteamericanas como Studebaker, Oldsmobile, Buick, Ford, Mercury, Chevrolet o Hudson dominaron en ese génesis llanero antes del arribo de los primeros fabricados europeos.
Un dato político que no debe pasar desapercibido en la cronología de los albores de las competencias en Venezuela: el coronel Marcos Pérez Jiménez, sucesor en el poder de Carlos Delgado Chalbaud (asesinado en 1950), era un verdadero amante de los vehículos potentes y la velocidad y bajo su mandato se crearon las condiciones ideales para el desarrollo del deporte a motor, hecho que como lo fomentara en Argentina Juan Domingo Perón, supuso grandes beneficios de imagen como nación de vanguardia y desarrollo que entonces buscó proyectar.
Pasaría poco más de un lustro, exactamente en 1955, para que Venezuela disfrutase de una prueba internacional de autos deportivos, evento disputado en las inmediaciones de la flamante avenida de Los Precursores - que luego cedió el nombre a Los Próceres - que atrajo a lo más selecto del automovilismo deportivo mundial, con el argentino Juan Manuel Fangio a la cabeza, entonces triple campeón de Fórmula 1, quien, por azares del destino, estuvo a punto a punto de perder la vida en aquella Buenos Aires-Caracas de 1948 al sufrir un violento despiste al norte del Perú, accidente en el que se mató su compañero Daniel Urrutia.
Transcurrida exactamente una década desde aquel 8 de noviembre de 1948 y el arribo de la Buenos Aires - Caracas, cuando se disputó lo que entonces se conoció como el IV Gran Premio de Venezuela, edición de 1958 que a diferencia de los tres anteriores que se escenificaron en el circuito urbano de la capital, se disputó en rutas abiertas al unirse la zuliana población de Palmarejo con Caracas y que tuvo como vencedor al francés Jean Behra en un Ferrari GT, con un tiempo total acumulado, atención: ¡de 4 horas y media!.
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