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miércoles, 18 de marzo de 2009

Mario Andretti


Antes que estadounidense, fue italiano. Antes que piloto, un niño entusiasta que se acercaba al camino para ver las carreras. Antes que un respetado ciudadano de Nazareth, un inmigrante de postguerra. Mario Gabriel Andretti es más que un campeón de automovilismo. Es el cumplimiento del sueño americano en vivo y en directó. Su historia es la que quieren protagonizar quienes ven a Estados Unidos como el gran proveedor de bienestar. Andretti nació en Montona, cerca de Trieste, en Italia. Su padre era administrador de una granja y su hermano mellizo, Aldo, compartió con Mario el gusto por el automovilismo. La Segunda Guerra Mundial le impuso un nuevo destino a la familia, que fue evacuada a Lucca. El dueño de un taller; en el cual los hermanos Andretti trabajaban ayudando en tareas menores, llevó a Mario y a Aldo a ver la Mille Miglia, una prueba que ya era prestigiosa en aquellos años. Ese fue el primer encuentro importante de ambos con el automovilismo. Allí estaba Alberto Ascan, el ídolo de Mario. Allí estaba su futuro, más allá del rumbo que tomara su familia. En 1955, los Andretti emigraron desde Italia y se establecieron en Estados Unidos. Mario y Aldo empezaron a trabajar en el taller de un tío. Cuatro años más tarde, los jóvenes comenzaron a competir en el circuito Nazareth Speedway sin que lo supieran sus padres y el éxito llegó rápido. Sin embargo, la pareja se rompió cuando Aldo sufrió una fractura de cráneo y dejó de correr. Mario, en cambio, continuó participando en Midget sobre óvalos de tierra y se propuso ganar los buenos premios en dinero que repartía la especialidad. No pasó mucho tiempo hasta que consiguió un campeonato, en 1964, el mismo año en que debutó en lndy Car, la categoría que en aquellos años era regida por USAC (United States Automobile Club). En 1965, Mario logró el primero de sus títulos en lndy Car: se lo arrebató al legendario Anthony Joseph Foyt. Además, finalizó tercero en su primera intervención en las 500 Millas de Indianápolis. Su marca en el automovilismo norteamericano es impresionante. Después de haber largado 406 carreras en lndy Car (actualmente CART) y 66 de ellas desde la pole position, sus 52 triunfos y cuatro campeonatos sólo son superados por las 67 victorias y los siete certámenes obtenidos por AJ Foyt. En las 31 temporadas de Andretti en la categoría, corrió 29 ediciones de las 500 de Indianápolis, pero sólo ganó una, en 1969. "Es el mejor recuerdo que puede llevarse un piloto", reconoció más tarde. A fines de los 60, los compromisos de Mario con USAC no le dejaron mucho tiempo para incursionar en Fórmula 1. El piloto quería correr en la categoría donde había brillado Ascari y el éxito que había alcanzado en Estados Unidos lo avalaba para conseguir una butaca. Mario aceptó la invitación de Lotus, pero tuvo un tropiezo. Las autoridades no lo dejaron participar en Monza porque menos de 24 horas antes lo había hecho en una competencia en tierra. Su debut quedó postergado para Watkins Glen y Andretti se tomó revancha. Marcó la pole y dejó atrás a las figuras del momento: Jackie Stewart, Graham Hill, John Surtees y Dan Gurney. Un problema en el embrague del Lotus 49B-Cosworth V8 lo obligó a abandonar. El italoamericano se subía a cuanto auto le ponían delante. Mientras corría en Estados Unidos y combinaba algunas incursiones en Fórmula 1 con Lotus y March, su desempeño en las competencias de coches Sport también fue brillante. Andretti venció en Sebring y Watkins Gen durante 1970, sobre una Ferrari. Su ligazón con la Scuderia se fortaleció en 1971, cuando firmó para manejar también en Fórmula 1. El comienzo fue inmejorable: Mario ganó en Sudáfrica y a esa victoria le siguió otra, en una carrera fuera de campeonato. No obstante, sus compromisos en Estados Unidos y en las pruebas de Sport no le permitieron dedicarse totalmente a la Fórmula 1. En 1972, fue más exitoso en Sport que en Fórmula 1. El binomio Mario Andretti-Jacky lckx logró cuatro triunfos con la Ferrari 312P. Durante 1973 y 1974, se concentró en el automovilismo norteamericano. Manejó para Parnelli en lndy Car y Fórmula 5000. Al final del 74, el equipo decidió presentarse en Fórmula 1 con un coche propio y Andretti fue el piloto que lo condujo. Aunque continuó haciéndolo durante 1975 y un par de veces en la temporada siguiente, los magros resultados terminaron de hundir a la escuadra, que se retiró del Mundial. Sin embargo, Mario se quedó y retornó a la calma de Lotus. Andretti y la marca de Colin Chapman volvieron a la victoria a fines de la temporada de 1976. Los modelos diseñados por el constructor británico para los años siguientes y el furor del efecto suelo fueron bien aprovechados por el corredor. Luego del retiro de Gunnar Nilsson, Chapman eligió como segundo piloto a Ronnie Peterson. Gracias a su acuerdo con el mandamás de Lotus, Andretti se convirtió en el piloto número uno del equipo y encontró en Peterson a uno de los mejores compañeros posibles. El sueco lo apoyó durante toda la temporada y los seis triuntos de Andretti en 1978 terminaron convirtiéndolo en campeón. Con títulos a cada lado del Atlántico, Mario continuó corriendo en Fórmula 1 y ligado a la escudería Lotus durante 1979 y 1980. Pero los nuevos modelos de la marca británica no rindieron como sus antecesores y Andretti ya no volvió a ganar. Quizá movido por los sentimientos más que por las esperanzas de pelear la punta, en 1981 se unió a Alfa Romeo. El Alfa 179C V12 nunca estuvo a la altura de lo que el piloto aún podía dar. En 1982 decidió retirarse de Fórmula 1 y regresó a Estados Unidos. Dos años más tarde, en 1984, consiguió su última corona en Indy Car. Luego se mantuvo competitivo otras diez temporadas más y cuando abandonó, a fines de 1994, aún estaba en condiciones de correr contra cualquiera. "Tengo la sensación de que el tiempo de retirarme ha llegado, aunque nunca lo sabré con seguridad. La edad es un factor que tarde o temprano hay que afrontar. Para algunos será temprano y para otros, más tarde", dijo en ese momento, con 54 años. Tras esa determinación, pudo dedicarle más tiempo a la caza y al esquí acuático, sus hobbies. En el automovilismo, no se olvidó de sus hijos ni del deseo de ganar las 24 Horas de Le Mans, su única materia pendiente. La familia que formó en Estados Unidos siguió su huella. Michael, uno de sus hijos, es figura en CART y tuvo un corto paso por Fórmula 1. La carrera de Jeffrey, otro de los descendientes, sufrió un duro revés cuando se accidentó en las 500 Millas de Indianápolis, en 1992. "Fue el peor día de mi vida", confesó el ex campeón. Jeff camina con dificultad como consecuencia del golpe. El resto de la familia lo componen Dee Ann, la esposa de Mario, y su hija Barbara Dee. Toda una postal del sueño americano hecho realidad.




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