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martes, 8 de diciembre de 2009

Deutsche Tourenwagen Masters



Sin lugar a dudas el D.T.M es una de las categorias más espectaculares de autos de turismo. Hoy este campeonato ha saltado las fronteras de su pais de origen y es una de las principales de Europa con una convocatoria similar a la Formula 1.














El DTM nació a golpe de talonario, con presupuestos (se decía) dignos de la Fórmula 1. La parafernalia no era muy diferente y el certamen levanto pasión en Alemania y expectativas en toda Europa.


El Viejo Conteniente acababa de adoptar una reglamentación única para las carreras de turismos, la famosa FIA Clase II, reservada a coches de dos litros de cilindrada e inspirada en el exitoso campeonato británico de la categoría, que llego a tener hasta diez marcas oficiales participando, con motores sobre los 300 CV de potencia. Pero el corsé reglamentario de la Clase II o de los anteriores Grupo A les pareció excesivo a los alemanes, que buscaban un escaparate tecnológico e idearon el DTM.


El DTM era defendido por los ingenieros. Sus liberales reglas permitían bucear en campos nuevos. Todas las ayudas electrónicas, que acababan de ser prohibidas en la Formula 1, encontraron acomodo en esta categoría: dirección asistida, transmisiones pilotadas, cambios semiautomáticos, ABS, controles de tracción y un largo etcétera.


Muy pronto, las carreras resultaron apasionantes. La pugna alcanzo momentos increíbles y los toques e incidentes dejaron pequeñas a las tradicionales melees de las copas de promoción monomarca. El plantel de pilotos se nutrió con estrellas sin volante en la Fórmula 1, comenzando por el ex campeón mundial, Keke Rosberg (que llego a fundar su propio equipo), Nicola Larini, Alessandro Nannini (con su mano implantada tras un accidente en helicóptero), Stefano Modena, Jirki Jarvi Lehto y otro más.


Pero la estrella del campeonato era Klaus Ludwing, un excelente especialista en carreras de turismos y sports. Ludwing fue campeón en 1992, con Mercedes, a los cuarenta y cuatro años, de hecho, este lampista (su verdadera profesión) ha sido posiblemente el piloto de turismos con más galardones de la historia.


Carreras apasionantes, 100.000 espectadores en los circuitos y las transmisiones por televisión no fueron, sin embargo, suficientes para salvar el campeonato. La escalada de costes fue tan brutal que, en 1996, Alemania decidió alimentarse con el resto de Europa y apostar por la división II de turismos.


Sin embargo, estos nunca lograron suplir al viejo DTM, aunque la participación en número de firmas fuera notablemente superior. En consecuencia, cuando la coyuntura económica volvió a ser favorable, en el año 2000, resucitaron el DTM, Mercedes, Opel y Audi apostaron por la nueva categoría, radicalmente diferente y todavía mas libre.


Curiosamente, Alemania solo tenia dos circuitos permanentes, Hockenheim y Nürburgring, pero una incursión en Austria, otra al trazado holandés de Zandvoort y en ocasiones un viajecito a Donington, en Gran Bretaña, permitían ampliar el escenario y a la vez dar un contexto internacional al campeonato, sin perder de vista sus esencias germanas. Salvo en el caso de Donington, los restantes circuitos estaban muy cerca de la frontera alemana y era básicamente la afición germana la que los llenaba.


Para completar trazados urbanos, como Norisring (con su emblemática carrera de 200 Millas), o Avus, e improvisados en un aeropuerto, como Kassel, completaban el panorama. En el año 2000, cuando el DTM renació de sus cenizas, el panorama era distinto: Alemania ya tenia más circuitos, como Sachsenring o el de Berlin. El certamen adquirió connotaciones todavía más germanas, de hecho, todas las marcas implicadas eran alemanas.


La silueta de los coches mantenía las líneas básicas de los coches de serie, aunque los espectaculares pasos de rueda y otros apéndices aerodinámicos les dieron un aspecto agresivo increíble. Bajo la piel, sin embargo, todo o casi todo era libre. Los motores elegidos, en lugar de los cuatro cilindros de dos litros, capaces de girar a 12.000 rpm y ofrecer 420 CV. Además, la transmisión era integral y permanente a las cuatro ruedas. Fueron reconocidos como Clase 1 por la FIA.


Cuando el DTM fue recuperado en el año 2000, las reglas eran aun más libres, sin nada que ver con la FIA. Bajo espectaculares carrocerías se escondían chasis de fibra de carbono, dignos de un vehículo sport, suspensiones especiales, electrónica y potentes motores V8 de cuatro litros con potencias superiores a los 500 CV.

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