En su juventud, Enzo Ferrari fue piloto de carreras, compartiendo grillas y grandes premios con algunos de los Grandes los los años 20 y 30.
"Pilotos,¡que gente!... ¿Maestros del cálculo,campeones de cinismo,abanderados de la desconsideración o tan sólo hombres,que buscan en el exaltante escalofrío de la victoria el sentido de sus vidas?"
Palabras de Enzo Ferrari,quien,antes de llegar a ser el Ferrari que todos conocemos,fue tambien piloto. Su debut en las carreras fue en 1919, con la firma milanesa CMN en la Parma-Poggio de Berceto,que reportó al veinteañero Ferrari el 11º lugar en la clasificación. Pero fue sólo el inicio de su aventura en el mundo de las competiciones.
" A este fascinante y rutilante universo,regido por reglas estrechas pero caballerosas,yo me asomé en 1919",escribe Ferrari en el mismo libro "Pilotos ¡que gente!"... "tenía poco dinero en el bolsillo y menos todavía en el banco,mucha voluntad y grandes ganas de lograrlo".
Volvió a probar en la Targa Florio,siempre en 1919: llegó noveno,después de una carrera comprometida por problemas e inexperiencia."Un pequeño triunfo",lo definió el mismo Ferrari.
Al año siguiente corrió fugazmente con un Isotta Fraschini 4500 Grand Prix 1914, y después pasó a Alfa: con un 20/40 bibloque llegó segundo en la Targa Florio. Entre 1921 y 1924 Ferrari compitió siempre con los Alfa. Eran los años de Giuseppe Campari, Gastone Brilli-Peri, Antonio Ascari. Su carrera de piloto sigió. Conquistó el tercer puesto en la Parma-Pogio de Berceto de 1921 y el primer lugar ex-aequo en la Copa de los Alpes del mismo año. Fue primero en el circuito de Ravenna en 1923 y 1924. En ese último año Ferrari consiguió la victoria que recordaría con mayor satisfacción: la de la Copa Acerbo de Pescara, con un Alfa Romeo RL, una victoria que lo llevó definitivamente a la notoriedad, porque logró vencer a los fortísimos Mercedes, una victoria que le otorgó el título de Cavaliere.
Un año antes Ferrari había tenido uno de los encuentros más importantes de su vida: en el circuito del Savio fue presentado a los condes Baracca, los padres de Francesco, el as de los ases de la aviación italiana. La condesa Paolina de confió el Cavallino Rampante que decoraba el avión de su hijo, derribado sobre el Montello. Para explicar qué tipo de piloto era Ferrari, como siempre, no encomienda la tarea a otros: "no creo haberlo hecho mal como corredor",escribe. Y sigue: "no puedo afirmar que,insistiendo,hubiese llegado a ser un gran piloto.Ya entonces tenía la duda. Una duda razonable,porque sabía que tenía,en mí mismo,un gran obstáculo:conducía el coche respetándolo".
Tras una pausa que duró de 1924 a 1927,Ferrari volvió a correr. Obtuvo resultados menos relevantes en carreras que lo llevaron a enfrentarse a campeones del calibre de Nuvolari y Varzi. Y a veces,incluso,logró ganarlos. Su carrera más hermosa fue precisamente una de las últimas: el Circuito de las Tres Provincias de 1931, en la que se clasificó segundo después de un apasionante duelo con el campeón que surgía: Nuvolari.
El futuro Nivola, el mantovano volador, al final de la carrera dijo: "Para vencerte me has obligado a trabajar como nunca había hecho hasta ahora". Fue probablemente el mejor cumplido que Ferrari hubiese recibido en el curso de su trayectoria como piloto. En diciembre de 1929 nació la Scudería Ferrari, que lo absorbería cada vez más en su función de organizador. Después,el retiro definitivo, una decisión seguramente sufrida, que el mismo Enzo Ferrari recordaba así cincuenta años después: "Tomé la decisión de dejar de competir en enero de 1932,cuando nació mi hijo Dino". Ferrari mantuvo a rajatabla la promesa hecha a sí mismo: una costumbre que no lo abandonó nunca. Y se encaminó hacia su propio mito.
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