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viernes, 2 de octubre de 2009

Gran Premio de Argentina 1980


"Demostrando sus dotes de excepcional piloto, Alan Jones llenó el autódromo con su manejo agresivo pero prolijo y brilló aun más que el Williams, logrando una contundente victoria en la apertura de la temporada 1980. Piquet y Rosberg completaron el podio, y otros tres pilotos de poca experiencia en F1 -Daly, Giacomelli y Prost- cerraron los puestos puntables.
Zunino séptimo en regular trabajo, consolidó la pujanza de la nueva generación. Reutemann tuvo un desafortunado debut en su nuevo equipo"-Revista Corsa Nº 771, abril 1980.

En Paul Ricard, el FW07B anduvo mucho mejor que el 07 original. Pero acá el auto nuevo se adhiere demasiado al piso y no resulta tan rápido como el del año pasado. Por eso, el viernes opté por correr con el viejo". (Alan Jones, ganador del Gran Premio de la Republica Argentina 1980).
"No sabemos bien que pasa, pero tenemos problemas con los neumáticos. Parece que estamos destinados a no poder ganar en la Argentina".
Mauro Forghieri, director técnico de Ferrari, el equipo campeón del año pasado con las mismas gomas Michelin que utiliza actualmente).
"Es increíble. Cuando probamos en Snetterton, a pesar que la pista estaba húmeda y había algo de nieve en los costados, parecía que el auto nuevo no iba a andar bien y sin embargo ...". (Jochen Mass, piloto de Arrows, equipo cuyo flamante modelo A3 fue una de las sorpresas técnicas de la carrera).
Estas tres frases, extractadas de las muchas recogidas durante el fin de semana pasado, son sin duda, las más significativas para dar una idea del desconcierto que reinó en esta apertura de Campeonato Mundial de 1980. Un desconcierto al que se sumó el controvertido tema del calamitoso estado de la pista en que se desarrolló toda la actividad.
Y si el hombre del momento de la F1 reconoce que un nuevo auto que supo andar mejor que el viejo, de pronto queda relegado; si el DT del equipo campeón acusa problemas de gomas, cuando las gomas fueron casi el factótum del titulo obtenido en 1979; si Jochen Mass revela (a la inversa de Jones) que un auto que asombró gratamente al principio parecía condenado al fracaso, es evidente que la F1 avanza, si, pero con una gran cuota de azar corriendo pareja con la ciencia y la técnica.
En esta primera carrera del '80, a cada momento sucedían cosas que ni los máximos popes de la categoría alcanzaban a descifrar ni por aproximación. De todos modos, y a pesar de lo mucho de ruleta rusa que, por toda esta incertidumbre tuvo la carrera, varias cosas quedaron en claro como para ir palpitando lo que promete ser una de las temporadas más competitivas de los últimos tiempos.
Porque si en los análisis previos los cuatro equipos que aparecían más poderosos eran Williams, Ferrari, Renault y Brabham, este GP de la Republica Argentina sumó a ese cuarteto a Ligier y Lotus y dejó la posibilidad de ser engrosado aun más si los Arrows perfeccionan algo el nivel insinuado. Sólo el Renault no cumplió, pero lo suyo fue sin duda un simple paso en falso. Como contrapartida, uno de todos esos candidatos mencionados parece estar en condiciones de desprenderse notablemente del resto. Por supuesto, nos referimos al Williams. El producto de Patrick Head que criteriosamente regentea Frank Williams y espectacularmente administra en la pista Alan Jones, puede aparecer o no como una especie de válvula reguladora de la temperatura, que puede tomar el torneo. Y el ejemplo más claro y contundente al respecto se vio precisamente el domingo.
Cuando después de un rush inicial impresionante (20 segundos respecto a su escolta en una docena de vueltas no merecen otro calificativo), el australiano parecía haber condenado la carrera al aburrimiento, justamente sus dos trompos y su parada en boxes hicieron que en la tarea de recuperación, se viviera el mejor lapso a nivel espectáculo. La decena de vueltas que Jones tardó en alcanzar y relegar respectivamente a Villeneuve, Piquet y Laffite fueron, lejos, lo más rescatable de la carrera. Con los cuatro autos casi juntos. circulando en menos de 200 metros, las tribunas vibraron como es poco frecuente en esta F-1, tan habituada últimamente a paseos triunfales de la marca de turno.
Y fue espectacular porque si bien el estado del circuito en la zona de mixtos era lamentable (en la Curva del Ombú había que transitar en primera y casi a paso de hombre), en la zona veloz, nadie se quedaba dormido y el trencito formado por los cuatro punteros alcanzaba ribetes espeluznantes en la "Ese" del Ciervo. Y fue durante ese lapso que Jones brilló en todo su esplendor. Es cierto que, hoy por hoy, dispone lejos, del mejor auto. Pero no es menos cierto que Jones pone sobre él una convicción y un vigor que sólo es posible advertir en aquellos que están absolutamente convencidos de ganar, o en aquellos para los que la victoria es el único resultado posible. Es cierto que todo piloto que corre lo hace para ganar. La diferencia es, quizá, que Jones corre para ganar o ganar. Lo suyo ya es un estado de ánimo, una actitud. Todo esto tal vez pueda resumirse en una frase remanida, pero no menos cierta en este caso: mentalidad ganadora. Jones. es indudable, está totalmente en ganador. Anda fuerte y confiado en todos lados. Hasta cuando sale de boxes lo hace a fondo. Inclusive, por momentos da la impresión de estar apurado para ganar. Pero a pesar de ese fuego que evidencia en cada minuto, también ha logrado. curiosamente, el necesario equilibrio para no cometer errores. Es cierto también que el auto le permite mucho más de lo imaginable. Pero precisamente. cuando un auto permite andar tan fuerte como el Williams, tanto más cerca de cometer un error se está. Y sin embargo. Jones parece casi inmunizado contra equivocaciones. Porque sus dos salidas de pista en la "Viborita" corren pura y exclusivamente por cuenta del estado de la pista.
En síntesis gano a la usanza de algunos de los grandes monstruos de la década del cincuenta, cuando se podía aspirar a la victoria aun a pesar de dos trompos y una parada en boxes. Y así lo entendió el publico, que demostró madurez al ignorar toda la campaña que cierto periodismo hilvanó en procura de establecer de antemano un enfrentamiento entre Jones y Reutemann, para premiar hasta con euforia el gran esfuerzo del australiano.
Por disposición de medios, Laffite y Pironi aparecieron como sus principales rivales. Los Ligier recuperaron de la noche a la mañana todos los atributos que exhibieron hace exactamente un año. El problema fue que esta vez estaba el Williams. Y que los motores le jugaron una mala pasada al equipo. Con el correr de las vueltas, las Ferrari, que habían decepcionado en los días previos, llegaron a discutir la punta vía Villeneuve. Pero el canadiense terminó fuera de pista en un momento crucial (estaba segundo). Una goma causo el despiste. Pero a esta altura un piloto de F-1 no puede ignorar ni por un instante, el estado de todos los elementos de su auto, porque los neumáticos no se deterioran ni se rompen en una sola vuelta.
Los Lotus, a pesar del abandono de sus dos pilotos, demostraron estar capacitados para volver a la conversación. En tanto los Arrows, aparecieron como un muy buen producto. con verdaderas posibilidades futuras. Por el lado de Brabham todo estuvo dentro de lo previsto, con un agregado a favor: los pocos problemas serios que experimentaron los autos a lo largo de una carrera sumamente exigente.
Piquet fue un segundo cabal. A pesar de capitalizar abandonos, no puede decirse que heredó el puesto. Estuvo siempre entre los primeros y los más veloces desde el primer día, aunque la puesta a punto de su auto resultó trabajosa.
Rosberg, por su parte, realizó quizá la mejor carrera del día después del ganador. Con un auto que en los papeles no daba para mucho, estuvo séptimo en los comienzos, para escalar posiciones poco a poco y hasta esbozar un inequívoco rasgo de inteligencia cuando decidió por si mismo parar a poner nafta faltando cinco vueltas, en vez de arriesgar y quedarse tirado por ahí, como seguramente le hubiera sucedido a más de uno que no tuviera la mente fría y la concentración del finlandés.
Entre los dos. completaron el podio. Pero no sólo eso. También fueron abanderados de una nueva generación que completó totalmente la clasificación. Daly cuarto. Giacomelli quinto, el debutante Prost sexto. Zunino séptimo. Ninguno de los seis que siguieron a Jones en la clasificación, tiene más de un año de experiencia en la F-1. Pironi. De Angelis y Patrese, que también realizaron muy buenos trabajos parciales. demuestran con vigor que la sangre nueva ya empuja demasiado.
Reutemann y Zunino cuentan personalmente sus respectivas actuaciones en lugar aparte. Ninguno de los dos descolló por distintas razones. El primero. pagó tributo a su inexperiencia con el auto y a una serie de problemas previos que le impidieron ir logrando una puesta a punto ideal. No obstante. el domingo estaba para el podio y según él mismo reconoce, quizá para el escalón más alto, si tenemos en cuenta todo lo que debió sufrir Jones en carrera. Pero su affaire con Piquet en la frenada de la Chicana allá por la vuelta nueve, fue la puntada inicial que terminaría con su abandono poco después. En cuanto a Zunino, el sábado nos dijo algo muy simple: "Mañana voy a correr un Gran Premio de Formula 1. Eso es todo”. Y eso fue lo que hizo. Correrlo con más ánimos de llegar que otra cosa. Especialmente cuando casi de entrada se quedó sin tracción efectiva del tren trasero. Su séptimo puesto final fue un premio a su regular labor. Como el día de su debut en Canadá, con un poco más de suerte podría haber estado en los puntos. Lo importante es que el auto es bueno, el equipo está conforme con su trabajo y la organización del team se muestra notablemente superada respecto a años anteriores. Con todo esto, el momento de Zunino no tardará en llegar. Brasil tiene ahora la palabra. Para los argentinos, para que la nueva generación de pilotos demuestre su real valía, para que Jones siga disfrutando de este excepcional momento que vive y para que la confusión técnica aumente, o se aclare definitivamente.

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